domingo, 5 de febrero de 2017

Gustavo Pérez se autorretrata

En ocasiones anteriores cuando la curaduría de las exposiciones del ceramista Gustavo Pérez (CDMX, 1950) ha sido suya, se le ha dicho que exhibe demasiadas piezas. Que el discurso curatorial y museográfico sería más fuerte con menos saturación del espacio. A veces el artista ha estado de acuerdo con esa idea.

De allí que al ser invitado a exponer nuevamente en el Museo de Antropología de Xalapa (MAX), en vez de presentar una selección de su trabajo reciente hecho a partir de 2009, fecha de su última muestra allí, algo inexplicable lo “impulsó” a decidirse por una forma “excesiva”, a modo de rompecabezas, incluso, de “capricho injustificado”, de mostrar “una selección amplia de lo producido en el transcurso de los 33 años que Pérez tiene de vivir y trabajar en los alrededores de Xalapa.

Autorretrato, nombre de esta enorme instalación, “una especie de retrospectiva apretadísima”, es “bastante reveladora de lo que soy, de la manera en que mi diálogo con el barro ha evolucionado y cambiado a lo largo de los años, con resultados muy variados”, expresa el artista. 






Cada una de las alrededor de 4 mil 500 piezas, hechas en su taller de Zoncuantla, en los últimos 24 años, son únicas. Sin embargo se han vuelto sólo elementos del gran tapiz que Pérez concibió en un sueño. Están dispuestos en un orden que apunta a mostrar la manera en que “pienso, decido y juego con el barro”, anota. No están organizadas cronológicamente, sino por temas, y “con el único interés de definir una forma más, una forma nueva. Y con la esperanza de que el resultado tenga sentido y claridad”.

¿Por qué, entonces, una exposición con miles de piezas? “En primer lugar porque las tengo -explica el ceramista--. También porque muchísimas de ellas no habían sido expuestas, aunque son una realidad de mi trabajo, una muestra de lo que entiendo por creatividad. Un proceso interminable en el que las ideas se van desarrollando poco a poco, de una pieza a la siguiente, para ocasionalmente llegar a conseguir algunas buenas”.

Antes de lograr eso, Pérez ha necesitado hacerlas todas. Puntualiza: “Desarrollar a fondo un tema es investigar de manera muy sistemática las diferentes opciones que el propio trabajo va ofreciendo. Pero también, y aunque esto parece contradictorio con la idea de ser consecuente, con la capacidad para en un momento dado abandonar este proceso y brincar a algo nuevo cuando una nueva posibilidad aparece y se impone explorarla”.





La exposición del MAX, que permanecerá hasta el 12 de marzo, le importa a Pérez, por un lado, “porque aquí, en este Veracruz tan convulsionado en los últimos tiempos, fue donde decidí vivir y trabajar”. Pero también por razones logísticas, “evidentes al ver el volumen del material expuesto. Pienso que sería casi imposible presentarla en otro sitio”.

En estos tiempos de “tanta frustración en Veracruz (y el mundo)”, el artista propone “reaccionar con ánimo y proponer cosas fuertes, no dejar que la tristeza nos domine, sino con la idea de dar lo más que podamos. Esta exposición que representó un gran esfuerzo, quiere ser una respuesta, si no optimista, al menos vital”, señala Pérez.

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