lunes, 20 de febrero de 2017

Reynaldo Velázquez, escultor y grabador


El artista visual Reynaldo Velázquez (Tuxtla Gutiérrez, 1946) es conocido mayormente como escultor, aunque su propuesta inicial fue de pintor. En los años 70 del siglo pasado, cuando todavía radicaba en Chiapas se le ocurrió hacer unas esculturas en madera más que nada por explorar un campo que creía desconocer. Después se dio cuenta que conocía muchos tipos de madera, además la talla la había tenido cerca desde la infancia. Fue la promotora cultural Elena Olachea quien le dijo “¿qué haces como pintor aquí, si tu eres escultor?”


Más de medio siglo de trabajo artístico de Velázquez se ha resumido en el libro La piel despierta (Gobierno del Estado de Chiapas/Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2015), con introducción de Sylvia Navarrete y texto de Graciela Kartofel. Entrevistado, el artista expresa que originalmente iban a ser tres tomos, uno de gráfica, otro de pintura y el tercero de escultura, sin embargo terminó en una “síntesis” de un solo volumen por cuestiones de presupuesto. Aunque el libro, con un tiraje de 2 mil ejemplares, se ha presentado en Chiapas, no así en CDMX, tampoco se encuentra en las librerías Educal.


Hace unos días Velázquez organizó una presentación íntima del libro en la Librería Jorge Cuesta, que coincidió con la clausura de una pequeña muestra suya de gráfica en xilografía, que abarcaba trabajo de varias décadas. El tema que se impuso fue el desnudo masculino, más bien “genital, aunque no necesariamente erótico”.


Por lo general, señala, el desnudo masculino se ha ocultado desde el Renacimiento a pesar de que en ese entonces “se acentúa el bulto del sexo masculino, sin embargo se tapa. Con los griegos no existe ese velo de pudor que quito y que en realidad es lo que determina el erotismo. Por eso digo que mis grabados no son tan eróticos como parecen. Lo erótico tiende a ocultar el sexto tanto el masculino como el femenino. El masculino se oculta más quizá por esta especie de autocastigo del varón porque tiene ventaja con respecto al sexo femenino que lo tiene escondido”.


El más reciente proyecto de Velázquez, que acaba de terminar, es una escultura en madera de eucalipto tallada de unos luchadores enfrascados en la llave conocida como La Tapatía, un nudo inventado en México y considerado “un clásico en la lucha libre nacional”. Al entrevistado le gusta la lucha libre por “su trascendencia popular y la relación que tiene con las funciones antiguas desde el circo romano, ya que ese tipo de espectáculo con concentraciones de oponentes en que el público toma partido desde que entra a esos coliseos. Al llegar tu preguntan si eres ruda o técnica para ubicarte. Eso te involucra en el partido y ellos te van a representar en el ring. Es como una cámara de diputados, pero que sí funciona”.


En la presentación el grabador Octavio Bajonero señaló que Velázquez es de la etnia zoque y, por lo tanto, heredero directo de los olmecas que “nos legaron esculturas monumentales”. De acuerdo con la especialista Beatriz de la Fuente las culturas olmeca y maya tenían un concepto homocéntrico, de allí que la escultura de Velázquez representa “al hombre en toda su fuerza”.


Para Bajonero lo “sorprendente” de la escultura de su colega es su “hiperdesnudismo”, y también hiperrealismo. Con eso “me refiero a que ni siquiera un pelo cubre la desnudez de la figura, la madera como material orgánico que es, da la escultura de Reynaldo una especie de vida”.


En el idioma maya existe la palabra chue’lel, que los antropólogos e historiadores han traducido como alma o espíritu. En realidad “cuando un hombre pierde su chue’lel, el curandero o chaman de la etnia lo puede recuperar. Tal parece que las esculturas de Reynaldo perdieron su che’lel, y que se encuentran en un estado de vida suspendido”.

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