Dar
voz a las ausentes, rechazar la “naturalización” de la
violencia y el acostumbrarse a la nota roja, son los ejes de ARDER,
seis intervenciones radicales a la memoria, espectáculo
multidisciplinario y feminista, creado especialmente para el Museo
Universitario del Chopo, que rinde homenaje a mujeres desparecidas.
ARDER
forma parte de un proyecto mucho más amplio llamado Archivo,
una investigación en torno a la memoria, expresa Hayde Lachino,
responsable de la idea original y dirección escénica. También
deviene del trabajo La memoria que arde. Surgió a partir de
una labor hecha por la filósofa y docente de la danza, quien durante
ocho meses vio cine mexicano cuatro horas diarias en la Filmoteca de
la Universidad Nacional Autónoma de México. Una primera apreciación
fue “la imagen de la mujer es menospreciada”. En todas las
películas las mujeres “aparecen subsidiarias de las historias
masculinas. Viven en función del hombre, no tienen vida propia.
“El
cine mexicano lo que hace es cosificar a la mujer o construir
estereotipos en términos de la prostituta, la madre abnegada, la
santa y virginal, y la mujer perdida. El problema es que el cine
mexicano es el gran educador de la sociedad. La pregunta que nos
hacemos fue qué significa, dado la violencia que vivimos las
mujeres, tratar de crear una conexión entre estos positivos
culturales que son los educadores de la sociedad y las consecuencias
que tienen en términos de la violencia sistemática que vivimos las
mujeres”.
A
partir de ese planteamiento Lachino, junto con Yoatzin Balbuena,
Amenic Mc Poetika y Rocío Gutiérrez, desarrolló un trabajo que
conjuga escenas de cine mexicano en vivo, intervenidas por Balbuena
con el objetivo de generar nuevas maneras de relacionar las imágenes.
Todo el tiempo se juega con la rítmica a partir de las letras de
Amenic, que es rapera. Gutiérrez se encarga de la coordinación del
proyecto.
Cada
una de las seis funciones que ofreció ARDER, contó con un
artista invitado, con la idea de que “la pieza mute y transforme a
partir de sus intervenciones”. Es un espectáculo que tiene una
parte performática, otra visual, que deviene en una instalación.
Lachine
agrega que a partir de 100 nombres de mujeres desaparecidas “tratamos
de acudir a la memoria y nombrar a las ausentes”. Detalla: “En el
país estamos en una situación de violencia generalizada, aunque las
mujeres vivimos una situación extrema. Hay una diferencia radical
entre cómo llegaron las feministas de otras épocas, a las de ahora.
Las de hoy son chicas que llegan al feminismo producto de una
exacerbación de la violencia. Son chicas que andan en la calle con
gas pimienta, toman cursos de auto defensa y salen con miedo porque
no saben si van a volver. Hay un feminismo que se construye desde el
miedo sistemático que se vive en el cotidiano por el hecho de ser
mujer”.
Para
la entrevistada anunciar función a función nombres de cientos de
desaparecidas es decirle al espectador aquí hay una tragedia que
ocurre todos los días en este país. Y, “hay una obligación moral
y ética de ser conscientes de dónde estamos parados porque el
contexto de violencia también corre junto con el de naturalización
de la misma”.
ARDER tuvo funciones del 25 de abril al 4 de mayo en el Museo
Universitario del Chopo.
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