Para
lograr la obra, mayormente dibujo, con el título de Epidérmide,
que presentó en la novel galería T.138, Paulina Jaimes (CDMX, 1986)
construyó en su estudio un cajoncito de tierra a modo de escenario.
Allí, diferentes modelos, algunos de ellos bailarines, interactuaron
con el reducido espacio, sumergidos en la tierra. Una desde el
principio “se hizo chiquita, empezó a explorar y, de plano,
florecer”.
Uno
de los primeros resultados fue el díptico Acto
I, angustia y Acto
II, éxtasis,
con el objetivo de hablar de la dualidad porque “uno tiene que
estar parado en medio de ambas polaridades. Entender que no todo en
la vida tiene un sentido de embeleso, sino hay que pasar a veces por
procesos catárticos para comprender aquello que luego nos
dificulta, sin embargo con el tiempo se digiere a fin de transitar de
otra forma, pasar a otras cosas”.
Bi-icolor |
Para
Jaimes, “lo rico” de su proceso creativo es darse cuenta que cada
persona tiene una aportación diferente porque trasciende de su
experiencia personal, algo que ha vuelto “muy relevante en todo mi
proceso de trabajo. Hablar de esos seres humanos que acontecen en mi
realidad, que también son personas que están adheridas al cambio o
que no se resistan. Por eso abordo también un poco la tierra en el
sentido de resurgimiento, como de tener contacto de nuevo con el
origen, con la naturaleza, que tal vez hemos perdido en nosotros”.
A
la artista le agrada darse cuenta que sus modelos en su calidad de
personas sensibles, y metidas dentro del medio, automáticamente
generan ficciones: “Es muy rico encontrar que ellos se
desenvuelven, generan, para darme algo trabajado desde adentro, no sé
de dónde. Les platico mi idea principal, sin embargo cómo lo
abordan es algo muy personal”.
Pausa 1 |
Jaimes,
quien se identifica más como pintora, aunque Epidérmide
se plantea desde el dibujo, maneja una figuración “tal vez
teatralizada, porque tampoco representa la realidad como la vemos, ya
que sus personajes acontecen de la tierra”. Trabaja con lo que el
modelo en cuestión puede transmitir en el sentido real, lo que
automáticamente se gesta en emoción, en cuerpo”.
Aunque
no es fotógrafa, retrata a sus modelos y luego trabaja con base en
las tomas que considera su “imaginario” que le lleva a inventarse
estas ficciones y recreárselas: “Parece una danza porque estoy
casi sobre la modelo, moviéndome. Es curioso porque después de 15
minutos ellos quitan la resistencia, la postura que estamos
acostumbrados a dar frente a la cámara. También se genera un
momento de confianza conmigo y con ellos para que todo fluya. Hay un
momento en que también la cámara y yo empecemos a encontrar cosas
interesantes”.
Eros 100 |
A la entrevistada lo que le
llama del dibujo es la posibilidad de “plantear imaginarios”,
además de lo rápido y manejable que puede ser. Para el díptico
Jaimes trabajó con un material “nuevo” para ella: el carbón que
además le hizo mucho click
el hablar de la tierra desde ello. En Epidérmide
emplea técnicas mixtas: “No sólo es el carbón porque hasta en
ello hay diferentes saturaciones y materialidad. Es el mismo proceso
de la pintura pero abordado desde el dibujo”.
Llama la atención el que se
concentre en los rostros de sus modelos: “Es algo personal mío.
Algo que no se agota, no me cansa y sigo disfrutando. Forma parte de
una triada que tengo, integrado por rostros, cabello y manos. Es algo
que no está planteada a consciencia en esta exposición, sin embargo
en otras ha sido más resuelta, un poco como del por qué el retrato,
el close-up de
la persona”.
Flores |
La muestra comprendió 15
piezas, entre ellas siete dibujos al carbón, plumilla, tinta china,
técnicas mixtas entre pastel y temples, incluso una litografía. De
hecho era la primera vez que trabajó este procedimiento de impresión
que consistió en “encontrarme con la mística de la piedra”.
Para su realización hizo una residencia de 10 días en
Aguascalientes, el el Taller Nacional de la Gráfica. “No nada más
es dibujar, también es oficio”.
El Onironauta |
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