domingo, 27 de mayo de 2018

José Grinberg, arquitecto/pintor



Merry MacMasters. Vocación: arquitecto; pasión: pintor. Así José Grinberg (CDMX, 1942) se refiere a su quehacer existencial. No es nada raro que un arquitecto también pinte. Los ejemplos sobran. El primero que viene a la mente es el suizo-francés Charles-Édouard Jeanneret Le Corbusier, mientras que en México, Teodoro González de León. 

 
La pintura siempre formó parte de mí, desde joven; es algo que consideré integral en la formación del arquitecto. No hay conflictos, es complementario”, expresa Grinberg quien exhibe bajo el título de Señales ocultos en el Centro Cultural Estación Indianilla. 

 
Su modo de pintar lo liga a la Generación de la Ruptura. Entrevistado, Grinberg reconoce que este movimiento lo influyó al ser estudiante de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México: “Existía el espíritu de la rebeldía. Con (el pintor) Fernando García Ponce había una relación como jóvenes que nos veíamos y platicábamos. Íbamos a hacer arte con Alejandro Jodorowsky, todo ese grupo de personas que en ese momento constituía la ebullición en el mundo cultural de México”.





Si en un principio su pintura fue realista y figurativa, Grinberg tomó pasos hacia “un abstraccionismo mucho más expresivo”, aunque siempre con un tema. En los últimos tiempos lo que más le ha impactado es “el caos en que vivimos”. Precisa que su imaginería básicamente tiene que ver con el estado de confusión, la esperanza reflejada por medio de colores explosivos, en un principio, aunque con el tiempo la paleta se ha limpiado para proporcionarle “una serenidad con los blancos”.


Agrega que nunca ha pretendido que sus pinceladas sean delicadas, al contrario asegura que éstas deben ser espontáneas ya que expresan “estados emocionales y los tiempos que vivimos”. Actualmente el “tema” de Grinberg son “los acontecimientos cotidianos expresados en forma abstracta, aunque con ciertas referencias como son los collages, las noticias, los grafismos que incluye que imponen al final del día un orden dentro del cuadro”.


--¿Organizar elementos en sus cuadros lo reconcilia con el caos?


--La organización del espacio pictórico se vuelve arquitectónico en alguna medida. Todos los cuadros son símbolos que se repiten, por ejemplo, escaleras sin fin que no llevan a ningún lado, laberintos, ventanas abiertas y cerradas. Son experiencias que uno vive a través del tiempo. 

 
José Grinberg no estudió formalmente pintura, sin embargo trabajó un tiempo en el taller de Arnold Belkin.


La exposición de Estación Indianilla comprende tres series, entre ellas Señales. Éstos tienen que ver con el sismo del pasado 19 de septiembre, o las acciones de Donald Trump, incluso hay señales personales que se traducen en tonos azules. En el cuadro Ventana ocre se observa “toda la estructura urbana en la parte inferior: ventanas, edificios, como se componen con los elementos de desorden al grado que en la parte superior aparecen las cruces de lo negativo. A la vez se abren los elementos rojos del optimismo.


--¿Hay un alto grado de protesta en su pintura?


--Hay una protesta social expresada, no con enojo, sino con la idea de generar un sentimiento crítico en el observador para que él y el cuadro dialoguen. 

 
Lo suyo es una protesta en contra del mundo caótico que se vive: “El mundo incoherente, los discursos que no dicen nada, que muchas veces se convierten en las pláticas cotidianas de los ciudadanos. Repetimos las mismas ideas, los mismos conceptos. Pero, fundamentalmente es el caos y la falta de valores que se vive en este momento.


La serie va a continuar porque “vivimos en un mundo de señales”. Lo que cambiará es el tipo –humanas, urbanas, mediáticas y políticas-- de señales, indica el entrevistado.


La exposición Señales ocultas, de José Grinberg, permanecerá hasta junio en el Centro Cultural Estación Indianilla, Dr. Claudio Bernard, colonia Doctores.

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