Merry
MacMasters. El fotógrafo y director de cine francés Antoine d’Agata
(Marsella, 1961) tiene una historia muy larga con México. Con apenas
22 años llegó aquí por vez primera tras las huellas del poeta y
director de teatro Antonin Artaud. Buscaba la “magia” de la
realidad mexicana. Una década después se volvió fotógrafo y tomó
su primera imagen en la frontera del norte del país.
Nunca
dejó de venir a México, sin embargo con el tiempo esa belleza que
buscaba en los primeros viajes, cambió en cuanto la situación del
país se hizo “más pesada, compleja y complicada”. Miembro de la
Agencia Magnum desde 2004, D’Agata exhibió bajo el título Códex,
México 1986-2016 en el Centro de la Imagen (CI). La exposición
consistió en la realización de un fotomural en un espacio al aire
libre y un video.
El
“diálogo” con D’Agata inició hace dos años, expresó Itala
Schmelz, directora del CI. En un principio el interés era hacerle
una exposición “en forma” de su trabajo en México, algo que
quedó pendiente. Mientras tanto, al fotógrafo “le encantó” la
pared conocida como “fotomuro”, que trabajó a manera de collage,
al usar, reusar, reducir y agrandar sus imágenes.
Lo
suyo es un trabajo “muy radical” ya que se mueve en ámbitos de
mucha violencia, drogadicción y prostitución. Sin embargo, “no es
el típico fotógrafo que observa, se lleva las imágenes, pero nunca
toca. D’Agata se involucra con estos contextos. A veces la cámara
está en sus manos, otras no necesariamente. El mismo entra en estos
ámbitos como actor de ellos. Se va a los márgenes y los vive”,
señaló Schmelz.
El
resultado es una fotografía muy “auténtica”. No obstante, “al
hacer todo esto en ambientes nocturnos, de alcohol, sucede algo con
las imágenes que de alguna forma los cuerpos pierden la solidez y
generan ciertos accidentes visuales muy interesantes que te llevan a
imágenes de lo monstruoso, o lo grotesco, que son fascinantes y que
los distinguen casi de cualquier otro autor”, acotó la titular del
CI.
D’Agata
estudió en el Centro Internacional de Fotografía de Nueva York, en
1990, bajo la tutela de Larry Clark y Nan Goldin. Entrevistado, se
refirió a los 13 años que vivió sin casa, “sólo en movimiento
por el mundo”. Su relación con México es “muy particular”,
incluso, su compañera es mexicana.
“Mi
filosofía –explicó-- siempre fue hecha de belleza y de violencia
porque mi perspectiva salió de una mezla de política y narcótica.
Siempre entendí y compartí esa violencia de la calle. Viví las
imágenes desde adentro, sin embargo aquí con los años esa
violencia ha llegado a un punto de locura. Poco a poco uno se
encuentra totalmente impotente frente a una violencia que entiendo de
dónde viene, sin embargo llega a un punto absurdo y trágico”.
Continuó:
“Hoy veo mucha dignidad y fuerza de la población mexicana que la
enfrenta. A veces no entiendo en donde encuentran tanta fuerza para
día con día seguir con la vida, cuando las cosas están tan locas.
Como fotógrafo mi situación es particular porque siempre hay una
distancia. Elegí estar en esas imágenes, contrario a las personas
retratadas que no eligieron nada”.
–Además, usted puede irse.
--Por eso se mueren y estoy
aquí todavía. Estoy muy agradecido con la confianza que me entregan
porque saben que no estamos en la misma condición.
El
Centro de la Imagen se ubica en Plaza de la Ciudadela 2, Centro.
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