miércoles, 11 de abril de 2018

Fernando Cordero, fotógrafo de la emoción arquitectónica




Hace 31 años cuando el fotógrafo Fernando Cordero (CDMX, 1958) buscaba en qué especializarse se encontró con la arquitectura. Con formación de cine fotógrafo, cuya actividad dentro del séptimo arte es la creación de “atmósferas emocionales”, se dio cuenta que “de alguna manera” los arquitectos crean precisamente eso con sus diseños que “por lo general” los fotógrafos no interpretan. Lo que le interesó de la arquitectura fue su emoción, encontrar al arquitecto detrás de ello. El reto de crear “estas atmósferas en espacios que a veces son anodinos, hay que hacer que digan algo. Por eso la fotografía de arquitectura es apasionante y se convierte en algo que empecé a generar como un lenguaje y estilo particular más allá de un mero registro”.

Cordero no suele exhibir su obra en forma individual, sin embargo aceptó la invitación del Seminario de Cultura Mexicana de mostrar 31 imágenes, la mayoría en blanco y negro, aunque también había color, con el título de Historia sin fin. Tapias, exposición curada por el investigador Peter Krieger. Sin embargo, no se trata de una exhibición de arquitectos y su obra sino la curaduría habla de la arquitectura y el paisaje. En muchos sentidos, apunta Cordero, la arquitectura es una fotografía de paisaje porque el tema es la luz.




El trabajo de Cordero fluctúa entre lo personal y el encargo: “Visito al arquitecto para conocer sus puntos de vista y que me explique su obra. Muchas veces en el entendimiento de su obra surgen ideas, detalles, que pueden ser puntos de partida para generar la fotografía. No obstante, son proyectos personales porque a pesar de que los arquitectos me piden fotografiar su obra, siempre he tomado esto como una beca que me permite llevar acabo una investigación arquitectónica que a través de los años ligara en una línea anecdótica, conductual e iconográfica que genera una historia”.

Si la fotografía de arquitectura en México fue “sumamente importante” en los años 60 y 70 del siglo pasado, lo dejó de ser. Mientras personas como Guillermo Zamora y Armando Salas Portugal marcaron una huella significativa en el lenguaje de la fotografía de arquitectura moderna, para Cordero la arquitectura mexicana pasa por un momento difícil al igual que muchas cosas del país. Eso porque “en esa tendencia de globalización tanto la fotografía como la arquitectura, otras disciplinas artísticas y actividades profesionales, pasan por un momento de adaptación a un alud de ideas y conceptos que nos confunden mucho”.





Según Cordero la arquitectura mexicana hoy es una “mala copia de lo que pasa en el mundo de una modernidad que de alguna manera se ajusta a economías que tienen que ver con esto. Nosotros copiamos eso como si no tuviéramos ninguna identidad. Hemos perdido la esencia de esta cultura nuestra que es de arquitectos. La arquitectura prehispánica, colonial, todo, habla de un país con una pasión por la arquitectura. Sin embargo, los últimos 10 años ha sido una cosa lamentable. Lo vemos en fenómenos arquitectónicos como Santa Fe y estos edificios que se construyen pseudo modernos, que tienen que ver con otras ciudades, otras realidades”.

Las nuevas tecnologías también han golpeado a la fotografía. Cordero no hace fotografía digital y se niega al uso del photoshop. Trabaja con cámaras de formato grande, la mayoría con 4 x 5 o 8 x 10, con cámaras de corrección de perspectiva. Claro, ve en lo digital un medio formidable de transmisión de imágenes, sin embargo su trabajo es con base en la fotografía análoga. Y esto es una de las parteaguas de la exposición, “el entendimiento de que en México vemos los cambios de tecnología como si fueran una meta de llegara una situación óptima, como si eso fuera importante”. La fotografía digital es un complemento, no un sustituto, asegura.


Para el entrevistado la fotografía de arquitectura es de paciencia, contemplación y entendimiento. Aunque su acervo es extenso, “a veces hago una foto en un día o en una semana. En otras ocasiones tengo la luz idónea y hago 10 en un día, que es muy raro. Lo normal son tres al día. Peter seleccionó 120 imágenes y poco a poco vio las coincidencias con su discurso hacia la geología y el entendimiento del hombre en el planeta, la evolución y la filosofía decimonónica de la revolución industrial. Vio la relación íntima entre el paisaje y el problema que los humanos tenemos con la naturaleza y la construcción de estas arquitecturas que a veces rayan en lo ridículo utilizando las materias primas que extraemos al destruir la naturaleza”.


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