La
pintora Helen Bickham (Harbin, Manchuria, 1935) es una gran contadora
de historias –aparte de una viajera consumada-- , habilidad que
traslada a sus telas y papeles. Los personajes vinculados a sus
relatos habitan los cuadros, en una especie de alegre danza, que
exhibió hace poco en el Palacio Postal con el título Fragmentos
de vida, y que abarcan
diferentes periodos de su producción
artística.
Artista
figurativa radicada en México desde 1962, la obra de Bickham
proyecta una buena relación con sus retratados que más bien son
imágenes salidas de su cabeza: “Lo que me interesa es la
universalidad de la humanidad. Soy muy anti-guerra y
anti-discriminación de cualquier tipo. Pienso que podemos caminar
por calles donde desconocemos el idioma, sin embargo si en realidad
miramos a las personas nos damos cuenta de su estado mental aun si
está en blanco, es decir, que no prestan caso.
“Me
doy cuenta hasta qué medida podamos relacionarnos. Además, las
diferencias que nos son impuestas por fuerzas externas como los
gobiernos y las religiones, son cosas inventadas, que no son parte de
la naturaleza humana”. La entrevistada trae a colación una canción
interpretada por Joan Baez cuyas letras dicen “te tienen que
enseñar a odiar. Enseñado con mucho, mucho cuidado, antes de que
tengas siete u ocho años, que es cuando las diferencias comienzan”.
Agrega que “todos estamos en posibilidades de comprender, aceptar y
disfrutar si no nos enseñaran con tanto cuidado a odiar”.
Para
la realización de sus pinturas, grabados y dibujos, Bickham siempre
trabaja “desde su cabeza” en el sentido de que no utiliza modelos
que posan para ella. Eso, no obstante que “las personas hayan
dicho que equis imagen es de su padre, sus amigos o su hijo. Al
contrario, es algo que de repente sale. Obviamente es algo en que he
pensado o sentido o visto, que es traducido a mi cabeza o mis
emociones. Desde muy pequeña, antes de que tuviera un juego formal
de pinturas, usaba mis dedos para plasmar lo que salía de mi
cabeza”.
Ilustra:
“Si pinto una montaña, no es el Monte Fuji o el Popocatépetl,
sino los paisajes emergen básicamente de mi cabeza. He utilizado
fragmentos de Tepoztlán en diferentes piezas, sin embargo nunca me
he sentado y tratado de dibujar sus montañas. Eso porque he pasado
tanto tiempo allí, subido y bajado las montañas de manera que he
absorbido su esencia que traslado al lienzo, aunque no se trata de
algún monte en particular”.
La
entrevistada no niega que el resultado final pueda parecer bastante a
algo que existe en la realidad. Ejemplifica con un dibujo de la parte
antigua de Aberdeen, Escocia, con los pescadores en primer plano,
donde pasó una temporada en compañía de sus hijos cuando ellos
eran chicos. “Siempre caminaba por la playa en torno a la parte
antigua que cuenta con una muralla ya que era un pueblo que se
protegía de los vikingos, sin embargo no es posible señalar algún
edificio en particular, tampoco el pescador es alguien en especial.
Pasé mucho tiempo mirando a los pescadores y al mercado, uno de los
más viejos en Europa, con pescados tan extraños porque provenían
del Mar del Norte, que es tan frío, que algunos son prácticamente
prehistóricos”.
La
muestra del edifico de correos incluyó también varios relieves
hechos a mano, como si la artista hubiera empleado la técnica del
intaglio. Para Bickham se trata de una técnica dibujística: “Parece
un grabado, sin embargo es muy gráfico. Lo combino con cosas muy
ordinarias como el alimentar a unos gansos”.
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