La muestra México 1900-1950: Diego Rivera, Frida
Kahlo, José Clemente Orozco y las vanguardias durante su
estancia en el Museo de Arte de Dallas, desde el 8 de marzo hasta el
16 de julio, recibió 128 mil visitantes, lo que lo convirtió en la
segunda exposición más taquillera en la ciudad tejana en 10 años.
En
su primer mes de exhibición había recibido 40 mil personas, una
cifra nada despreciable, expresó en su momento el director del
recinto, el mexicano Agustín Arteaga, quien está por cumplir un año
en el cargo. El extitular del Museo Nacional de Arte, instancia
organizadora, señaló que hace año y medio una exposición de obra
de Jackson Pollock atrajo 69 mil visitantes en tres meses.
¿A
qué se debe su éxito? Más allá del hecho que el nombre de México
ha estado en la marquesina políticamente en Estados Unidos, Arteaga
aseguró que lo mismo pasó en París, primera sede de la muestra:
“Cuando la hicimos para el Gran Palais las expectativas eran mucho
menores y fueron rebasadas en más de un 100 por ciento de lo que se
esperaba del público”.
Para
el arquitecto e historiador del arte “a lo mejor en México no nos
damos cuenta hasta qué grado la cultura mexicana tiene trascendencia
en el escenario mundial. Me consultan colegas -directores y curadores
de museos-- que con regularidad viajan a México o llevan miembros de
sus consejos directivos para que descubran lo es su cultura.
Curiosamente no ha habido en ningún momento una asociación política
con la exposición. Más bien hay todo un espíritu de fiesta”.
Vía
telefónica Arteaga recordó que “estamos a casi 100 años del
inicio de la modernidad en México y, al tomar una distancia
histórica, esto nos da una perspectiva diferente y una oportunidad
de ver las cosas con nuevos ojos”. Apunta que en el arte “existen
ciclos y hay movimientos pendulares. Justamente una de las cosas que
ocurre con el arte mexicano de los años 50, al término de la
Segunda Guerra Mundial, es que hay una entronización, podemos decir,
del expresionismo abstracto y un cambio respecto a los centros de la
cultura. París y Berlín dan paso a Nueva York, entonces la
figuración y el arte que tiene algún discurso o es narrativo de
alguna manera, cae completamente en desuso”.
Según
Arteaga actualmente hay una intención de “revisitar las calidades
estéticas y de distanciarse de lo que podía haber sido una
percepción de que el arte realista, como el mexicano, era uno que
tenía un discurso demagógico o que había una intención –como
los estadunidenses decían-- de hacer una propaganda asociada con el
realismo socialista”. Entonces, ahora el público está en el
proceso de descubrir a los grandes artistas y las obras de arte como
tales, independientemente de estar marcadas por este tamiz político
que tuvieron en algún momento.
Al
guión museográfico original de la muestra el Museo de Arte de
Dallas agregó piezas de su acervo, ya que el recinto colecciona obra
mexicana desde 1933. Las más de mil 300 piezas que la integran van
desde el arte prehispánico hasta lo contemporáneo con obras de
Gabriel Orozco y Abraham Cruzvillegas, entre otros. De acuerdo con
Arteaga las obras pertenecientes al museo deben ser puntos de
partidas para las exposiciones.
Desde
su arribo a la dirección Arteaga se comprometió a avanzar en hacer
el museo bilingüe, ya que el 42 por ciento de la población de
Dallas es latina de origen mexicano. México 1900-1950 es la
tercera exposición que es “todo bilingüe”. Por primera vez se
ha publicado un catálogo en dos ediciones diferentes, inglés y
español. De 360 páginas, se hicieron tres mil ejemplares y
actualmente el catálogo está en reimpresión.
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