Los perros y los gatos no son los únicos animales que se
extravían, también se pierden las aves como reza un letrero que a
modo de objeto encontrado fue reproducido en Caída libre,
exposición de Miguel Calderón (CDMX, 1971), auspiciada por
la Galería Kurimanzutto en una bodega de la colonia Daniel Garza.
Se
lee: Águila extraviada. Ave entrenada. No es agresiva. La extrañamos
en casa. El letrero da pie al ensayo del artista visual y cineasta,
no sobre el mayor de las aves depredadoras, sino sobre la cetrería y
quienes cazan con aves rapaces, en especial los halcones.
Por
demás conceptual, la muestra consistía en media centenar de
perchas, usadas, claro; el video Camaleón, de 26 minutos de
largo, que versa sobre un enigmático cetrero del mismo nombre, y
cuatro fotografías a color, una de la recámara de Camaleón,
otra de la mano ensangrentada de un cetrero después de recoger la
presa y dos de serpientes muertas colocadas sobre bardas de alambre
para ahuyentar a intrusos.
A
Calderón, quien estudió en el Maryland Institute College of Art, en
Baltimore, y cine en el San Francisco Art Institute, le interesaron
los animales desde chico. Cuando tenía 11 o 12 años vio un halcón
que le gustó mucho. Un amigo que lavaba perros en una veterinaria le
retó a hacer 100 abdominales colgado de su camioneta en movimiento;
a cambio le daba la ave. A pesar de que estaba “muy flaco” lo
logró y obtuvo el halcón cuyo cuidado le enseñó “muchas cosas
que no se aprenden en la escuela acerca de la naturaleza de los
animales”.
Al
crecer el entrevistado le perdió un poco de interés y el halcón se
escapó, hecho que relaciona con su paso de la niñez a la
adolescencia y la mayoría de edad. Después de iniciar sus estudios
de arte en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La
Esmeralda”, Calderón se trasladó a Estados Unidos para continuar
su educación. De regreso a México en 1993, al año fundó con otros
artistas el espacio independiente La Panadería, “para hacer cosas
sin depender de las galerías”.
En
esa época anterior a las redes sociales “tomaba fotografías y
pasaba mucho tiempo manejando por la ciudad, explorando y
descubriendo cosas. Siempre he relacionado mi trabajo con el de un
investigador privado”. También solicitó becas y vendió cervezas
para “sobrevivir”.
Hace
dos décadas Calderón trató de conectar de nuevo con el mundo de su
infancia, entonces contactó a unos cetreros quienes solían citarlo
a las tres de la mañana en una gasolinera. Ellos llegaban a las
cinco para probar su seriedad: “Poco a poco se abrió ese mundo
ante mi. Cuando entrevistaba a los cetreros al principio sus
respuestas eran banales. Decían, tengo un halcón para escaparme de
mi esposa o porque me permite conocer mujeres. Logré entablar una
relación cercana con algunos de ellos”.
Camaleón
es el segundo video que hace sobre el tema. El primero no lo ha
dado a conocer porque tal vez lo convierta en largometraje. Aparte
del lado nostálgico, a Calderón le atraía “visualmente el
lenguaje de los cetreros y eso de vivir al margen de la sociedad. De
joven me vestía de negro y usaba cortes de pelo tipo punk. Teníamos
un código que nos identificaba al igual que ellos. Cuando los
cetreros salen a cazar se visten de militares para camuflajearse. Su
conexión con la naturaleza es intelectual y físico. Cuando uno los
ve en la calle no sabe de qué se trata. Eso se relaciona mucho con
la exposición. Si nadie te explica de qué tratan los objetos
(percheros), es difícil descifrarlo”.
Al
decidir la exposición, a Calderón le atrajo mucho el personaje de
Camaleón, “sobre todo por las convulsiones tipo epilepsia
que sufre ya que se vuelve violento, golpea todo y se corta; utiliza
el halcón como ansiolítico. También he tenido convulsiones”. El
título Caída libre hace alusión a las convulsiones y el
desmayo, y el halcón al caer y golpear a su presa.
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