domingo, 12 de marzo de 2017

Miguel Calderón en Caida libre

Los perros y los gatos no son los únicos animales que se extravían, también se pierden las aves como reza un letrero que a modo de objeto encontrado fue reproducido en Caída libre, exposición de Miguel Calderón (CDMX, 1971), auspiciada por la Galería Kurimanzutto en una bodega de la colonia Daniel Garza. 


Se lee: Águila extraviada. Ave entrenada. No es agresiva. La extrañamos en casa. El letrero da pie al ensayo del artista visual y cineasta, no sobre el mayor de las aves depredadoras, sino sobre la cetrería y quienes cazan con aves rapaces, en especial los halcones. 
 


Por demás conceptual, la muestra consistía en media centenar de perchas, usadas, claro; el video Camaleón, de 26 minutos de largo, que versa sobre un enigmático cetrero del mismo nombre, y cuatro fotografías a color, una de la recámara de Camaleón, otra de la mano ensangrentada de un cetrero después de recoger la presa y dos de serpientes muertas colocadas sobre bardas de alambre para ahuyentar a intrusos.


A Calderón, quien estudió en el Maryland Institute College of Art, en Baltimore, y cine en el San Francisco Art Institute, le interesaron los animales desde chico. Cuando tenía 11 o 12 años vio un halcón que le gustó mucho. Un amigo que lavaba perros en una veterinaria le retó a hacer 100 abdominales colgado de su camioneta en movimiento; a cambio le daba la ave. A pesar de que estaba “muy flaco” lo logró y obtuvo el halcón cuyo cuidado le enseñó “muchas cosas que no se aprenden en la escuela acerca de la naturaleza de los animales”.







Al crecer el entrevistado le perdió un poco de interés y el halcón se escapó, hecho que relaciona con su paso de la niñez a la adolescencia y la mayoría de edad. Después de iniciar sus estudios de arte en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, Calderón se trasladó a Estados Unidos para continuar su educación. De regreso a México en 1993, al año fundó con otros artistas el espacio independiente La Panadería, “para hacer cosas sin depender de las galerías”. 


En esa época anterior a las redes sociales “tomaba fotografías y pasaba mucho tiempo manejando por la ciudad, explorando y descubriendo cosas. Siempre he relacionado mi trabajo con el de un investigador privado”. También solicitó becas y vendió cervezas para “sobrevivir”.





Hace dos décadas Calderón trató de conectar de nuevo con el mundo de su infancia, entonces contactó a unos cetreros quienes solían citarlo a las tres de la mañana en una gasolinera. Ellos llegaban a las cinco para probar su seriedad: “Poco a poco se abrió ese mundo ante mi. Cuando entrevistaba a los cetreros al principio sus respuestas eran banales. Decían, tengo un halcón para escaparme de mi esposa o porque me permite conocer mujeres. Logré entablar una relación cercana con algunos de ellos”.


Camaleón es el segundo video que hace sobre el tema. El primero no lo ha dado a conocer porque tal vez lo convierta en largometraje. Aparte del lado nostálgico, a Calderón le atraía “visualmente el lenguaje de los cetreros y eso de vivir al margen de la sociedad. De joven me vestía de negro y usaba cortes de pelo tipo punk. Teníamos un código que nos identificaba al igual que ellos. Cuando los cetreros salen a cazar se visten de militares para camuflajearse. Su conexión con la naturaleza es intelectual y físico. Cuando uno los ve en la calle no sabe de qué se trata. Eso se relaciona mucho con la exposición. Si nadie te explica de qué tratan los objetos (percheros), es difícil descifrarlo”. 




Al decidir la exposición, a Calderón le atrajo mucho el personaje de Camaleón, “sobre todo por las convulsiones tipo epilepsia que sufre ya que se vuelve violento, golpea todo y se corta; utiliza el halcón como ansiolítico. También he tenido convulsiones”. El título Caída libre hace alusión a las convulsiones y el desmayo, y el halcón al caer y golpear a su presa.



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