domingo, 26 de marzo de 2017

Pedro Friedeberg y la vidriera Faena



El pintor y escultor de tendencia geométrica Pedro Friedeberg intervino en noviembre pasado el renovado edificio Faena Bazaar --antes Hotel Atlantic Beach, construido en 1936-- , en Miami, con un mural que utiliza la técnica de la maquetería, pero con piezas de superficie sólida (compuesto de minerales y resinas plásticas), previamente cortadas conforme a un control numérico. En este caso mil 200. También se montó una exposición de su obra más representativa como la conocida mano/silla.





 
La Faena Stellar Window es la primera de 20 obras de gran formato que Friedeberg piensa hacer a lo largo del tiempo. El Faena Bazaar es un proyecto del arquitecto holandés Rem Koolhaus, galardonado con el Premio Pritzker en 2000, inaugurado el 26 de noviembre en el distrito Faena, y forma parte de un complejo de tres estructuras que incluye, además, un foro y un estacionamiento. El proyecto se hizo en el marco de la feria Art Basel.

Nacido en Florencia, Italia, en 1936, traído a México a los tres años, y nacionalizado mexicano, Friedeberg se reunió con la prensa para informar de sus actividades más recientes. Explicó que la Faena Stellar Window se inspiró en el chellista Adolfo Odnoposoff, “quien vino a México en dos ocasiones. En una de ellas ofreció un concierto con música de Boccherini, entre otros. Era un genio. En homenaje a él hice un cuadro que ya se mostró. Ésta pieza está inspirada en este cuadro aunque lleva otros colores”.








Para la realización del proyecto se estudió el edificio y, debido a los espacios luminosos y la proliferación de ventanas, Friedeberg decidió incluir una obra alegórica a una vitrina que cubre un espacio y a su vez replica la arquitectura del lugar.


La también llamada Vidriera Faena es, entonces, un homenaje a la música, en que “una serie de radiales convergen en la perspectiva de la obra para abrirse a una metáfora sobre los pentagramas sonoros. Cada radial corresponde a un símbolo que se repite en gradiente 11 veces hasta llegar al centro. Son relativos a distintas culturas: hebrea, turca, mixteca, azteca, maya, árabe y europea”.






El artista expresó que la primera pieza de este estilo es el mural 16 adivinanzas de un astronauta hindú, hecho en 1968 para el Hotel Camino Real. Para la realización la Faena Stellar Window Friedeberg contó con el apoyo de la fabricante Gabriela Díaz y el promotor Bernardo López Morton. La intervención duró hasta el 7 de diciembre.

Según Alejandro Sordo, curador de la muestra, se trata de relanzar la obra del artista en Estados Unidos donde ha realizado la mayoría de sus exposiciones individuales, de allí que su principales coleccionistas están allá, así como el mayor cuerpo de su obra. Se proyecta para octubre próximo una conferencia sobre su obra en la Universidad de Berkeley y una exposición en su galería.





Mientras tanto, el 25 de marzo se inauguró su fuente Casa para un matrimonio ideal, en Jardines de México, Estado de Morelos, durante el festival de música y arte Vaivén. Friedeberg también ha ilustrado un libro para la colección Arte y Letras de Mirlo Ediciones. El artista pidió trabajar expresamente con Elogio de la locura de Erasmo de Rotterdam (1466-1536), que se volvió a traducir, ahora del latín al español. Hizo 44 imágenes exprofesas, así como las guardas y la portada. Se presentará el 28 de marzo en el Centro de Diseño, Cine y Televisión.







También se prepara un libro sobre la obra gráfica de Friedeberg, cuyo título será Original múltiple, en donde “vamos a aclarar todas las ediciones que se han hecho desde 1970, hablar de los talleres y explicarle al público la diferencia entre una serigrafía, un grabado y un dibujo electrónico impreso en giclée, y la historia del artista en relación a esto, y comentarios sobre su obra gráfica más conocidas como el Códice Miguelito”.



domingo, 12 de marzo de 2017

Miguel Calderón en Caida libre

Los perros y los gatos no son los únicos animales que se extravían, también se pierden las aves como reza un letrero que a modo de objeto encontrado fue reproducido en Caída libre, exposición de Miguel Calderón (CDMX, 1971), auspiciada por la Galería Kurimanzutto en una bodega de la colonia Daniel Garza. 


Se lee: Águila extraviada. Ave entrenada. No es agresiva. La extrañamos en casa. El letrero da pie al ensayo del artista visual y cineasta, no sobre el mayor de las aves depredadoras, sino sobre la cetrería y quienes cazan con aves rapaces, en especial los halcones. 
 


Por demás conceptual, la muestra consistía en media centenar de perchas, usadas, claro; el video Camaleón, de 26 minutos de largo, que versa sobre un enigmático cetrero del mismo nombre, y cuatro fotografías a color, una de la recámara de Camaleón, otra de la mano ensangrentada de un cetrero después de recoger la presa y dos de serpientes muertas colocadas sobre bardas de alambre para ahuyentar a intrusos.


A Calderón, quien estudió en el Maryland Institute College of Art, en Baltimore, y cine en el San Francisco Art Institute, le interesaron los animales desde chico. Cuando tenía 11 o 12 años vio un halcón que le gustó mucho. Un amigo que lavaba perros en una veterinaria le retó a hacer 100 abdominales colgado de su camioneta en movimiento; a cambio le daba la ave. A pesar de que estaba “muy flaco” lo logró y obtuvo el halcón cuyo cuidado le enseñó “muchas cosas que no se aprenden en la escuela acerca de la naturaleza de los animales”.







Al crecer el entrevistado le perdió un poco de interés y el halcón se escapó, hecho que relaciona con su paso de la niñez a la adolescencia y la mayoría de edad. Después de iniciar sus estudios de arte en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, Calderón se trasladó a Estados Unidos para continuar su educación. De regreso a México en 1993, al año fundó con otros artistas el espacio independiente La Panadería, “para hacer cosas sin depender de las galerías”. 


En esa época anterior a las redes sociales “tomaba fotografías y pasaba mucho tiempo manejando por la ciudad, explorando y descubriendo cosas. Siempre he relacionado mi trabajo con el de un investigador privado”. También solicitó becas y vendió cervezas para “sobrevivir”.





Hace dos décadas Calderón trató de conectar de nuevo con el mundo de su infancia, entonces contactó a unos cetreros quienes solían citarlo a las tres de la mañana en una gasolinera. Ellos llegaban a las cinco para probar su seriedad: “Poco a poco se abrió ese mundo ante mi. Cuando entrevistaba a los cetreros al principio sus respuestas eran banales. Decían, tengo un halcón para escaparme de mi esposa o porque me permite conocer mujeres. Logré entablar una relación cercana con algunos de ellos”.


Camaleón es el segundo video que hace sobre el tema. El primero no lo ha dado a conocer porque tal vez lo convierta en largometraje. Aparte del lado nostálgico, a Calderón le atraía “visualmente el lenguaje de los cetreros y eso de vivir al margen de la sociedad. De joven me vestía de negro y usaba cortes de pelo tipo punk. Teníamos un código que nos identificaba al igual que ellos. Cuando los cetreros salen a cazar se visten de militares para camuflajearse. Su conexión con la naturaleza es intelectual y físico. Cuando uno los ve en la calle no sabe de qué se trata. Eso se relaciona mucho con la exposición. Si nadie te explica de qué tratan los objetos (percheros), es difícil descifrarlo”. 




Al decidir la exposición, a Calderón le atrajo mucho el personaje de Camaleón, “sobre todo por las convulsiones tipo epilepsia que sufre ya que se vuelve violento, golpea todo y se corta; utiliza el halcón como ansiolítico. También he tenido convulsiones”. El título Caída libre hace alusión a las convulsiones y el desmayo, y el halcón al caer y golpear a su presa.



domingo, 5 de marzo de 2017

Para Lawrence Weiner CDMX se volvió prioridad



El artista conceptual Lawrence Weiner (Bronx, Nueva York, 1942) viajó a CDMX –no obstante un problema médico-- para asistir a la apertura de su intervención Forever & a day (Para siempre y un día) en el Museo de la Ciudad de México (MCM), la Plaza de la Constitución, la Secretaría de Educación Pública y el Museo Tamayo Arte Contemporáneo, porque “de repente mi país volteó y cagó en la cabeza de todo el mundo”. Se volvió “prioridad” venir.

También como artista esta exposición representa “uno de los grandes cumplidos que uno pueda recibir en su vida”, expresa con su nostálgico aspecto “beat”. Ya había expuesto en el Museo Tamayo en 2004 con el título Cubierto por nubes.





Entrevistado por La Jornada, Weiner traía claro que quería decir que “existen personas dentro de nuestra cultura (estadunidense) que no tienen los sentimientos que estos tristes compradores suburbanos sí muestran hacia los mexicanos. Soy neoyorquino y los mexicanos son los inmigrantes favoritos allí. Soy de barrio bajo, crecí en el sur del Bronx, provengo de personas sin éxito. Los mexicanos pobres se portan bien con sus niños, contrario a la mayoría de los inmigrantes pobres que sólo quieren que el hijo sea un reflejo de sí mismo”.

México -continúa- forma parte de América del Norte, “no Sudamérica, y no es Europa. Una de las cosas que hacen famosas las ciudades de Nueva York, Los Ángeles, Vancouver, todos estos lugares, es que una persona humanista de buenos sentimientos, socialista si así lo desea, no obliga a sus hijos a ser un reflejo de sí mismo para tener éxito. Se matan trabajando a fin de tener suficientes recursos para que sus hijos no tengan que ser como ellos.





Sin embargo, ahora tenemos una mentalidad de clase media baja, mentalidad tribal, que dicta que el hijo tiene que ser como el padre. ¡Qué desperdicio de crianza! De hacer eso con caballos, uno se quedaría en la ruina. Y, con vacas, se moriría de hambre. ¿Por qué hacerlo con seres humanos? Deja que florezcan. Eso no es posible cuando funcionas dentro de un esquema anticuado de mamá, papá, tipo familia, porque les da miedo las personas que no se les aparezca.

No puedo hacer nada al respecto en el arte, sin embargo sí puedo hacer algo interesante. Si una pieza de oro y una de plomo tienen el mismo valor dentro del contexto del arte, no hay ninguna lógica para el racismo, ¿verdad? No se puede ser cortés acerca de personas que son racistas. No es que a uno le tenga que gustar, sin embargo hay una diferencia entre el racismo y que a uno no le guste. Esto es todo lo que puedo hacer. Sólo soy artista. Vamos a ver qué pasa”.





Según Weiner la sociedad se ha olvidado de que el arte era parte de ella, no solo comercio, ni mercancía: “El arte es algo que las personas utilizan para entender lo que hacen, su lugar bajo el sol, en el mundo, por eso existe. En lo práctico está la necesidad de que las personas sigan funcionando como artistas. Sería como observar una mazorca de maíz, sin darse cuenta de la belleza de su estructura”.

Para el entrevistado “la vida tiene otra lógica” y el arte lo que hace es dársela a las personas. Por eso, “hago muchas obras públicas, no tienen nada que ver conmigo, el espectador no se aleja sabiendo quién soy. Sin embargo, se va con la sensación de cómo le hizo sentir, entonces empieza a buscar otras cosas que le hacen sentir igual. Este es nuestro trabajo”.

Quedan los pensamientos de Weiner: Algo de alguna manera, Algún día en algún lugar y En alguna parte de algún modo.