miércoles, 25 de octubre de 2023

Pablo López Luz y sus magueyes

La planta de maguey pulquero se impone como un personaje en las tomas del fotógrafo Pablo López Luz, hechas con una cámara de gran formato, es decir, de placa, no de rollo. En "Maguey", exposición de nueve piezas montada en la Galería Arróniz, se aprecia el viaje de este agave salmiana del campo a la ciudad, donde termina olvidado, rayado, golpeado y usado como tendedero debajo de un puente.
Para el presente proyecto López Luz (Ciudad de México, 1978) ha retomado un tema símbolo de la mexicanidad, y clásico de la historia pictórica, fotográfica y cinematográfica, con la finalidad de reinterpretarlo y darle una lectura contemporánea.
López Luz, de nuevo, se inserta en tradiciones ya existentes. Su primer proyecto profesional de paisaje de la Ciudad de México y sus alrededores, retomó de alguna manera el paisaje clásico del gran valle de México, que había pintado José María Velasco y Gerardo Murillo "Dr. Atl", aunque desde un punto de vista contemporáneo en que la urbe se extiende y termina cubriendo todo.
La idea de retratar magueyes surgió durante el encierro por la pandemia: “Se me antojaba fotografiar en el campo, al aire libre, además, con una cámara de gran formato que permite una mejor calidad de la imagen”. Pensó en el maguey porque es una planta de la que las personas se apropian, al escribir los nombres de seres queridos en sus pencas, hacer dibujos, incluso, mandar mensajes negativos.
En cuanto pasó lo fuerte de la crisis sanitaria, López Luz se movilizó hacia los estados de México, Hidalgo y Tlaxcala, aparte de la capital del país, con la intención de narrar una nueva visión de esta planta tan mexicana. “El pulquero es un maguey más grande, cuyas pencas de repente se caen y crean formas orgánicas. Me interesaba que el maguey de pronto podía parecer un pulpo, o una flor, que podía crear una forma orgánica más allá de la planta conocida”, explica.
Buscaba que el maguey tuviera, en muchos casos, “la marca del hombre mediante los grafitos”, aunque también le importaba una cuestión “casi de instinto visual” en la que encontró la forma que le interesara en el encuadre fotográfico.
En sus tomas de primer plano los magueyes retratados se antojan personajes. “No quería hacer una tipología científica, sino crear una serie que tuviera una coherencia visual y que los cambios fueron sutiles. Mientras que un maguey está rayado, otro, no. Si uno está fuerte y sano, el que le sigue a lo mejor empieza a perder esta fuerza”, expresa.
López Luz gusta fotografiar en análogo, es decir, utilizando película negativa. "Maguey" es el primer proyecto que realiza con una cámara de gran formato. Hay una razón: “El padre de uno de mis amigos más cercanos, al morir dejó atrás su equipo fotográfico. Su hijo me pidió que fuera a ver las cámaras. Había una, probablemente la única de gran valor dentro de la colección. Mi amigo me lo regaló y prometí en algún momento hacer un proyecto con ella.
“Era un buen reto con un sujeto que no se mueve, que esté en el campo, que no tengo que fotografiar rápido porque hay tráfico de personas o coches. Tenía el tiempo de estacionarme, montar un tripié, la cámara, taparme. Es un proceso mucho más lento. Nunca había trabajado con cosas que requerían ese tiempo y detalle. A lo mejor en una sesión de seis horas hacía ocho fotografías”.
¿Qué enseñanza le dejó? “Siempre he dicho que los primeros fotógrafos eran más que eso. Eran de alguna manera químicos porque tenían que revelar en situ muchas veces. Tenían que saber exactamente lo que hacían porque no podían fallar porque no había tanta película fotográfica. De alguna man era regresar a los principios de la fotografía. No tengo una cuestión romántica con la fotografía, ni me interesa el formato sólo por la cuestión histórica. Me gusta la plata gelatina por una cuestión de calidad, de gusto personal, y porque me atrae el reto”.
La exposición Maguey permanecerá hasta el 4 de noviembre de 2023, en la Galería Arróniz, Tabasco 198, colonia Roma.

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