lunes, 16 de enero de 2023

María José Lavín sueña a la carta

Juguetones cuerpos femeninos y almohadas levitan en la Galería 526, convertida en una especie de gineceo, como parte de la escultura-instalación Sueños a la carta y exposición del mismo nombre, de la artista María José Lavín (Ciudad de México, 1957). Su calidad vaporosa se debe a que fueron creados en el aire que los rodea.
Para la beca que obtuvo del Sistema Nacional de Creadores de Arte 2017, Lavín propuso “indagar en los sueños de otros y reflexionar sobre la ausencia-presencia a través de las sombras que los cuerpos soñantes proyectan”. La idea le nació al leer la novela corta La casa de las bellas durmientes, del japonés Yasunari Kawabata. A fin de captar la atmósfera del libro, Lavín comenzó con una serie de mujeres realizada en porcelana, de un milímetro de grosor.
Siempre a la búsqueda de nuevos materiales, así como investigar qué se puede hacer con ellos, Lavín creó sus siguientes figuras con una pluma 3D, herramienta que vio anunciado en Internet, y permite dibujar en el aire. En la parte superior de la pluma se insertan hilos sólidos de plástico, que son derretidos. Se calienta conectado a un enchufe. Al apretar un botón, el material sale por la punta para solidificarse de inmediato.
Ésta era una técnica nueva para Lavín y había que dominarla. Lo que hizo fue dibujar la figura, con un plumón grueso, sobre un papel colocado encima de una mesa. Luego, seguir el contorno con la pluma en caliente, operación que repetía varias veces para que la línea se solidificara y se volviera resistente. En cuanto estuviera la figura delineada, apachurraba la pluma y salía una línea, que de inmediato se enfriaba, proceso que repetía una y otra vez.
“Tuve que aprender que la técnica no me ganara. Al principio me costó mucho trabajo porque no encontraba cómo hacer que las figuras tuvieran resistencia. Decidí hacer algo con gajos, como si fueran los músculos, para que hubiera mucha división del peso general de la mujer”, expresa en entrevista.
Lavín siempre pensó sus figuras colgadas para que el visitante caminara entre ellas como si fuera un voyeurista. Para la instalación Sueños a la carta empleó un filamento color gris con polvo de aluminio. En instalaciones posteriores como Tregua de sueño utilizó uno blanco, mientras que para La pequeña muerte y Abrazar las sombras, uno negro.
No sólo realizó almohadas con la pluma 3D, sino también en resina con polvo de mármol, o de recinto, luego, resina cristal y bronce a la cera perdida. Muchas de estas almohadas tienen la particularidad de conservar en su superficie la huella de la cabeza del durmiente que, a lo mejor, ya no despertó del sueño o la pesadilla. Son la memoria de lo que ya no está.
A lo largo de la exposición, que se caracteriza por el empleo de una amplia gama de materiales, incluida la pintura, Lavín juega con “lo duro y lo blando”. La escultura blanda en felpa, Venus metáfora de vuelo, fue realizada en el taller del Centro de las Artes de San Agustín Etla, en Oaxaca. La última pieza que hizo para la muestra fue Origen, una escultura roja de resina pigmentada y pulida.
El trabajo de Lavín con la pluma 3D concluyó: “Todos cambiamos según lo que pasa a nuestro alrededor y no me gusta repetirme. El material que más me gusta es la cerámica”. En toda la exhibición se percibe una fragilidad que, para la entrevistada, es “muy femenina”. Hace votos para “elevarnos y estar en esta levedad, ese erotismo, en vez de las violencias espantosas contra las mujeres”.
La exposición Sueños a la carta, de María José Lavín, se montó en la Galería 526, del Seminario de Cultura Mexicana, Presidente Masaryk 526, Polanco. Fotografías de Bernardo Arcos. Cortesía de María José Lavin.

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