domingo, 22 de enero de 2023

La pintora Beatriz Ezban interactúa con el papel espejo

Asumir el riesgo de la “experimentación radical” resulta fascinante, a la vez que se convierte en una aventura de lo más vital, afirma la pintora Beatriz Ezban (Ciudad de México, 1955), quien ha hecho precisamente eso con su producción más reciente, que parte del papel espejo. En sus collages pictóricos el reflejo y la distorsión dominan.
La artista ofrece un vistazo de su nuevo trabajo en Aquellos ecos, aquellos indicios, exposición con la que se abrió sus puertas la galería Banda Municipal, y que comparte con la artista española María García Ibáñez quien realizó una serie de piezas en cerámica y dibujo, con el objetivo de dialogar con la obra de Ezban.
“Estuve algunos años un tanto atorada con el deseo de cambiar a fin de participar en el arte contemporáneo de alguna manera”, dice en entrevista. Desde tiempo atrás Ezban ya cuestionaba el futuro de la pintura: “De qué manera puede la pintura responder a los retos de la nueva realidad que vivimos. Una realidad post todo. La cibernética realmente cambió todo porque estamos sujetos a un bombardeo de no sé cuantas imágenes por segundo que se producen en todo el mundo. Muchas de las cuales son impactantes, cambian la lectura de la imagen y a lo mejor también de nosotros. Todo esto altera nuestra identidad. Últimamente, he leído a Zygmunt Bauman sobre su concepto de modernidad líquida”.
El descubrimiento del papel espejo le dio la pauta para expresar la idea de fluidez. Al atar cabos Ezban se dio cuenta que desde sus primeras exposiciones, en los años 80 del siglo pasado, “ya andaba prendida de algo que tenía que ver con el brillo y el reflejo”. Hallar el papel espejo, sin embargo, le permitió dar “un salto tremendo en cuanto a experimentación porque de repente era explorar el concepto mismo de pintura, que no es este asunto de untar o embarrar un lienzo. Aquí se ve toda mi formación de pintora, porque pinto con otros materiales. Esto cambia el concepto mismo de lo que es pintura porque el reflejo se vuelve parte de la obra y cambia con el movimiento micro milimétrico del espectador. La fluidez de la pieza conlleva la pregunta quiénes somos a fin de cuentas”.
Lo más sorprendente es que aquí no hay pintura: “O, mejor dicho, estoy tratando de transformar, ampliar, enriquecer la definición misma de lo que es pintura. Que sepamos qué se puede ‘pintar’ con otros materiales no convencionales. Expandir el concepto de lo pictórico”.
Ezban pudo realizar el proyecto gracias a una beca del Sistema Nacional de Creadores. Reconoce, sin embargo, que su propuesta fue rechazada varias veces porque le decían “no es pintura lo que mandas”. De hecho, “cuando lo envié no tenía la menor idea de cómo lo iba a resolver. Fue algo muy emocionante porque sentí por primera vez en mi vida una experimentación de lo más radical. Era como inventar de cero un lenguaje en el que no tienes una guía que te va diciendo por dónde. Eso fue fascinante como aventura creativa.
“Para mi el arte es eso: una exploración de tu propio ser, tu imaginación, tu libertad. Este reto de ir más allá de tus mismos límites, a la vez de ser algo que te conmueva y te sorprenda en primera instancia”.
Ezban seguirá experimentando con la presente serie, sin embargo, regresará a pintar con la curiosidad de ver “para dónde va después del paso por esta aventura”.
La exposición Aquellos ecos, aquellos indicios comprende seis collages pictóricos y cuatro pinturas al óleo de Ezban, además de las piezas cerámicas y dibujos de María García Ibáñez. Fue exhibida en la galería Banda Municipal, Alfonso Reyes 58, colonia Hipódromo Condesa.

lunes, 16 de enero de 2023

María José Lavín sueña a la carta

Juguetones cuerpos femeninos y almohadas levitan en la Galería 526, convertida en una especie de gineceo, como parte de la escultura-instalación Sueños a la carta y exposición del mismo nombre, de la artista María José Lavín (Ciudad de México, 1957). Su calidad vaporosa se debe a que fueron creados en el aire que los rodea.
Para la beca que obtuvo del Sistema Nacional de Creadores de Arte 2017, Lavín propuso “indagar en los sueños de otros y reflexionar sobre la ausencia-presencia a través de las sombras que los cuerpos soñantes proyectan”. La idea le nació al leer la novela corta La casa de las bellas durmientes, del japonés Yasunari Kawabata. A fin de captar la atmósfera del libro, Lavín comenzó con una serie de mujeres realizada en porcelana, de un milímetro de grosor.
Siempre a la búsqueda de nuevos materiales, así como investigar qué se puede hacer con ellos, Lavín creó sus siguientes figuras con una pluma 3D, herramienta que vio anunciado en Internet, y permite dibujar en el aire. En la parte superior de la pluma se insertan hilos sólidos de plástico, que son derretidos. Se calienta conectado a un enchufe. Al apretar un botón, el material sale por la punta para solidificarse de inmediato.
Ésta era una técnica nueva para Lavín y había que dominarla. Lo que hizo fue dibujar la figura, con un plumón grueso, sobre un papel colocado encima de una mesa. Luego, seguir el contorno con la pluma en caliente, operación que repetía varias veces para que la línea se solidificara y se volviera resistente. En cuanto estuviera la figura delineada, apachurraba la pluma y salía una línea, que de inmediato se enfriaba, proceso que repetía una y otra vez.
“Tuve que aprender que la técnica no me ganara. Al principio me costó mucho trabajo porque no encontraba cómo hacer que las figuras tuvieran resistencia. Decidí hacer algo con gajos, como si fueran los músculos, para que hubiera mucha división del peso general de la mujer”, expresa en entrevista.
Lavín siempre pensó sus figuras colgadas para que el visitante caminara entre ellas como si fuera un voyeurista. Para la instalación Sueños a la carta empleó un filamento color gris con polvo de aluminio. En instalaciones posteriores como Tregua de sueño utilizó uno blanco, mientras que para La pequeña muerte y Abrazar las sombras, uno negro.
No sólo realizó almohadas con la pluma 3D, sino también en resina con polvo de mármol, o de recinto, luego, resina cristal y bronce a la cera perdida. Muchas de estas almohadas tienen la particularidad de conservar en su superficie la huella de la cabeza del durmiente que, a lo mejor, ya no despertó del sueño o la pesadilla. Son la memoria de lo que ya no está.
A lo largo de la exposición, que se caracteriza por el empleo de una amplia gama de materiales, incluida la pintura, Lavín juega con “lo duro y lo blando”. La escultura blanda en felpa, Venus metáfora de vuelo, fue realizada en el taller del Centro de las Artes de San Agustín Etla, en Oaxaca. La última pieza que hizo para la muestra fue Origen, una escultura roja de resina pigmentada y pulida.
El trabajo de Lavín con la pluma 3D concluyó: “Todos cambiamos según lo que pasa a nuestro alrededor y no me gusta repetirme. El material que más me gusta es la cerámica”. En toda la exhibición se percibe una fragilidad que, para la entrevistada, es “muy femenina”. Hace votos para “elevarnos y estar en esta levedad, ese erotismo, en vez de las violencias espantosas contra las mujeres”.
La exposición Sueños a la carta, de María José Lavín, se montó en la Galería 526, del Seminario de Cultura Mexicana, Presidente Masaryk 526, Polanco. Fotografías de Bernardo Arcos. Cortesía de María José Lavin.

domingo, 8 de enero de 2023

Roberto Gil Montes y su estilo naif.

El pintor Roberto Gil de Montes (Guadalajara, 1950), relacionado con el movimiento de arte chicano en los años 70 del siglo pasado, es más conocido en Estados Unidos que en su país natal. Acaba de realizar su primera exposición individual en México, Temporada de lluvias, en la Galería Kurimanzutto. La serie de óleos fue pintada en su lugar de residencia desde hace 15 años, el pueblo de pescadores La Peñita de Jaltemba, Nayarit. De allí el título de la muestra debido a la evocación del agua en muchos de los cuadros.
Gil de Montes cultiva un estilo naif y popular, folksy, como él dice, algo que sorprende porque estudió la licenciatura y maestría en el prestigiado Instituto de Arte Otis (ahora, Otis College of Art and Design), en Los Ángeles, California. Preguntado al respecto, expresa: “Escojo pintar como pinto. Sin embargo, más que esto pienso que no tengo la habilidad técnica para pintarlo lo que quiero. Allí es donde veo que muchas veces los artistas tampoco tienen técnica. Sé mezclar la pintura, los colores. Entiendo ciertas formas de dibujo que trato de realizar. Sin embargo, pienso tal vez lo que me salva en todo esto es que no tengo la técnica. No es que escojo, sino así soy”.
A los 13 años el entrevistado se fue a vivir a Los Ángeles donde ya se encontraban sus padres. Nunca se desligó de México y regresaba cada período vacacional. Al salir de la escuela fue cofundador, en 1978, del espacio alternativo de arte, Los Angeles Contemporary Exhibitions, que se dedica “al arte de nuestros tiempo enfocado en la libertad de expresión, la experimentación con ideas, materiales y nuevas formas, así como un contenido desafíante y comprometido en lo social”.
En 1979, Gil de Montes se trasladó a la Ciudad de México invitado por la revista Artes de México, dirigida por Carla Stellweg, ya que la entonces publicación del Museo de Arte Moderno pretendía hacer una edición sobre los artistas chicanos angelinos. Gil de Montes tenía a su cargo la investigación. De regreso nuevamente a Los Ángeles, se dedicó a la pintura.
Gran conocedor de la pintura mexicana, el entrevistado se siente parte de su tradición: “Parezco mucho a los artistas mexicanos porque son mis ídolos, por ejemplo, Manuel Rodríguez Lozano”. También admira a “clásicos”, como Cézanne y Matisse. Reconoce que tiene rasgos “gauguinescos”, aunque no buscados. “Si pinto en la jungla, entonces la obra se parece a Gauguin”, explica.
Su obra está llena de simbolismo: “Propongo ciertas cosas como, ¿qué hacemos con nuestras comunidades indígenas en México? Mi cuadro en el que se ven unos danzantes con el tocado de venado en el mar es como decir: míranos. Un amigo huichol tiene una licenciatura en turismo, sin embargo tiene que vender chaquira en la playa. Todo esto se me queda, y se filtra en mi trabajo”.
Gil de Montes se reprocha ser como “Disneylandia”: “Tengo muchos títulos: artista méxico-americano, artista chicano, artista hispano, artista queer y luego, artista seleccionado para la 59 Bienal de Arte de Venecia, entonces, surrealista. (Participó en la exposición central La leche de los sueños, con el óleo El pescador, 2020, que retoma El nacimiento de Venus, cuadro de Sandro Boticelli.) Me di cuenta que debería de aprovechar mi nueva etiqueta de surrealista porque me ayudó mucho”.
La exposición Temporada de lluvias se exhibió en la galería Kurimanzutto, gobernador Rafael Rebollar 94, colonia San Miguel Chapultepec. Las imágenes son cortesia de la galería.