martes, 17 de marzo de 2020

Resistencia animal de Luis Moro





La escritora Elena Poniatowska siempre ha dado voz a los más débiles y olvidados, de allí que el artista visual español Luis Moro (Segovia, 1969) hizo hincapié en la presencia de la periodista en el contexto de Resistencia animal, exposición montada en el Museo de la Ciudad de México, cuyo catálogo fue presentado en el acto de clausura.

Ya que en la muestra uno se ponía de lado del más débil, en este caso los animales e insectos, el expositor rindió un homenaje a Poniatowska porque a lo largo de su obra “se ha centrado en estos personajes invisibles presentes en la exposición”. Moro realizó con la Premio Cervantes de Literatura 2013, la carpeta La leona, basada en su poema homónimo.



Juan Manuel Springer, Elena Poniatowska, Luis Moro y Miguel Cereceda. Foto cortesía de Olga Simsolo.




Poniatowska, quien vestía de blanco, dijo “aquí estamos en un día como de primera comunión porque todo se ve de blanco. Nos acompañan los pajaritos que están en un hilo telefónico o de luz, al igual que unos avestruces a los que un semáforo les ha dado permiso de cruzar la calle. Nosotros también vamos a ir a tomar la calle sin permiso como los avestruces. Pertenezco a una familia que siempre amó a los animales porque mi abuela, Elena Iturbe de Amor, fundó la Sociedad Protectora de Animales. Viví durante muchos años en su casa donde tenía 40 perros recogidos de la calle. ¡Qué bueno que contemos con un pintor con esa visión muy profunda de lo más pequeño!”.

Hace unos años Moro expuso bajo el nombre de Tormenta arena: “Mientras Estados Unidos bombardeaba Irak con la operación Tormenta del desierto, vivía en un pueblito en el que las hormigas también combatían entre ellas. Hice una alegoría de lo que eran las guerras, en que por lo general sólo se habla de víctimas humanas, de daños colaterales. Sin embargo, no nos damos cuenta de todas esas víctimas invisibles que son los ecosistemas de vida en las zonas de conflicto”.

Para el Museo de la Ciudad de México el artista se concentró en lo que llama “el conflicto en el Valle de México”, simbolizado en la exposición por un árbol retomado de la avenida Insurgentes, casi a la altura del Parque Hundido. “Cada vez que pasaba por allí oía en el atardecer un bramido, una fuerza que salía de un pequeño conjunto de cuatro o cinco árboles que era mucho más fuerte que la calle Insurgentes con sus sirenas, el ruido del tráfico y los aviones que pasaban por arriba. La vida animal seguía en ese pequeño refugio, en el que crean su propio ecosistema que cada vez invadimos más en el Valle de México”.

El crítico de arte José Manuel Springer dijo ver en Moro “un abogado del conocimiento y de la defensa de los derechos de todos aquellos seres que se vieron atrapados por la ciudad, por la historia de ambiciones que no son las suyas. Es la trama citadina una telaraña fina que todo lo cubre y lo enreda, donde en ese entramado surgen las historias de seres que viven encerrados en una pequeña habitación, hacinados en una esquina, condenados a un árbol atravesado por cientos de cables negros de fibra óptica.

Su existencia pende literalmente de un hilo negro que apenas lo sostiene. Alquimia, botánica, zoología y los derechos de las personas migrantes condenadas por un sistema cruel y ciego a vivir a salto de mata, son los temas que Luis ha tocado con la elocuencia y la disciplina de quien sabe a profundidad lo que es vivir”.

Para el también crítico de arte Miguel Cereceda el dibujo aparenta dominar la obra de Moro: “Eso nos habla de la potencia de la creación del dibujo como una herramienta, no sólo de creación plástica, sino también de pensamiento”.



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