La
Galería Arvil cumplió en 2019 medio siglo de vida, hito que ha
festejado con la edición de un libro singular. En vez de pedirle
textos a intelectuales, funcionarios y demás famosos, sus directores
Armando Colina y Víctor Acuña lo han hecho a sus “amigos”,
entre los que se encuentran personajes como Elena Poniatowska, Carlos
Phillips Olmedo, Jaime Humberto Hermosillo, Serge Fauchereau, Rafael
Barajas El Fisgón, Atom Egoyan y Carmen Gaitán, pues la
lista es larga.
Las
“bodas de oro” de Arvil se celebraron en el auditorio del Museo
Universitario Arte Contemporáneo (Muac). Graciela de la Torre,
entonces directora general de Artes Visuales de la Universidad
Nacional Autónoma de México, expresó que el libro Galería
Arvil 50 años agrupa los recuentos de más de un centenar de
personajes, disímbolos en sus perfiles profesionales aunque todos
próximos en el hecho de que sus afinidades creativas e intelectuales
orbitan en torno del mundo del arte.
Víctor Acuña y Armando Colina. Foto cortesía de la Galería Arvil. |
De
hecho, “estamos frente a una serie de ensayos testimoniales cuya
suma constituye una especie de biografía de la Galería Arvil que,
al tiempo de ser emotiva y afectiva, resulta sumamente útil para
historiar medio siglo de coleccionismo, de promoción cultural, de
formación de profesionales de la cultura, de contribución al
enriquecimiento documental y bibliográfico del arte, de difusión
internacional del arte mexicano, del desarrollo de proyectos que
vinculan el arte del pasado y del presente, de revaloración de
acervos artísticos, así como del rescate de nuestro patrimonio”,
dijo De la Torre.
La
artista visual Betsabeé Romero, a su vez, se refirió a una de las
relaciones “más nombradas y asombrosas” en los 50 años de labor
de la galería: la de Francisco Toledo (1940-2019). “Los arviles
–como se les conoce-- estuvieron ahí con él, acompañándolo en
su vida, su obra y sus proyectos, como un hijo que vieron crecer, que
los llenó de orgullo, a quien cuidaron y llevaron en sus ojos.
También quien los acompañó en libros, exposiciones, comidas y
viajes memorables. Los arviles fueron su punto de partida de
grandes obras editoriales y de gráfica, fueron los testigos más
asiduos de sus logros y de sus más emotivos momentos”.
Toledo
también fue un vínculo del etnólogo Sergio Raúl Arroyo con Colina
y Acuña cuando era director general del Instituto Nacional de
Antropología e Historia: “En 2004 compartí con Arvil la
exposición memorable Francisco Toledo/Libreta de apuntes en
el Museo Nacional de Antropología. Uno de los más exitosos
proyectos de un recinto con no pocos éxitos. Un domingo de ese año
la exposición recibió la cifra récord de 13 mil visitantes”.
Arroyo
señaló algunas de las “aportaciones” de los arviles: su
especial percepción de la naturaleza del arte como detonador de la
dimensión humana, reconociendo los alcances y límites de su
trabajo; su conocimiento puntual; su defensa de la dignidad como
emblema de la circulación del arte; su curiosidad invencible y su
valor para apostar a lo no seguro.
Para
el sociólogo Gerardo Estrada, “no hay manera de explicar la
historia de la plástica mexicana de los últimos 50 años sin la
presencia de Arvil. Sin lugar a duda, ha sido un actor fundamental,
una memoria precisa, rigurosa, de todo lo que en estos años ha
sucedido”. Agregó, “frente a lo gris de las instituciones
cultuales estatales los arviles vinieron a mostrar que
la sociedad civil sabe ponerle los tonos de color a todo eso “.
También participó en la presentación el pintor Arnaldo Coen quien
dijo que el libro le ha hecho recordar cómo era la Zona Rosa.