Merry
MacMasters. La 21 edición de la carrera Korrika, cuyos objetivos son
la alfabetización y la euskarrización del pueblo vasco, se llevó
acabo el 7 de abril en la Casa Refugio Citlaltépetl, en una versión
adaptada a la realidad mexicana.
En
el País Vasco a lo largo de 11 días los participantes recorren su
perímetro de 2 mil 500 kilómetros. Cada kilómetro es “comprada”
en forma simbólica por alguien y el dinero recabado se destina a la
enseñanza del vasco. Aquí, un contingente de 40 personas, entre
adultos, jóvenes y niños, partió de la Casa Refugio Citlaltépetl
para recorrer las calles de la colonia Condesa. De regreso, el
testigo (un palo de madera que sirve de pequeño mástil a la bandera
ikurriña) fue entregado a la periodista Blanche Petrich,
quien lo llevó a la sede de la actividad.
Para
su versión mexicana la Korrika fue abierta para incluir otras
lenguas minorizadas como téneck, catalán, tetunaku, tu nu savi,
náhuatl y ayuujk.
María
Cortina, directora de la Casa Refugio Citlaltépetl, al dar la
bienvenida, dijo que hace casi dos años ésta abrió sus vocaciones.
Ahora, “no es sólo una casa preocupada por escritores perseguidos
en sus países de origen, sino en tratar de sanar, recordar y
reflexionar en torno a las urgencias de este país u otros, como el
exilio y la libertad de expresión”. Hizo hincapié en la “gran
dignidad” de los presentes por mantener la lengua. “Esto hay que
contagiarlo”, agregó.
Haizea
Elizondo, del comité organizador, explicó que en el País Vasco una
cooperativa organiza la Korrika con la finalidad que “las personas
adultas aprendan nuestra lengua, vengan de donde vengan, tengan la
experiencia que tengan en cuanto a la lengua. En las últimas décadas
se calcula que ha habido una gran cantidad de personas adultas que se
han euskanizado”.
En
el País Vasco la Korrika se hace para concientizar respecto de la
relevancia de aprender y utilizar la lengua originaria. Por otra
parte cada dos años la carrera se hace para ayudar a financiar todos
los procesos de aprendizaje porque aunque sea una lengua originaria,
aprenderlo de adulto supone, aparte del esfuerzo en sí, también uno
económico. No es gratuito como probablemente debiera ser.
La
Korrika mexicana tuvo en esta ocasión dos ejes principales, por una
parte, visibilizar la situación de las lenguas minorizadas. Aunque
el vasco es el punto de partida, “queríamos relacionarlo con
México que es uno de los 10 países en el mundo con mayor diversidad
lingüística. Sus 68 lenguas originarias están en peligro de
extinción al igual que el euskarra. El otro eje fue visibilizar el
arte que se crea desde las comunidades socio lingüísticas porque
suele quedar en ghettos.
Que
esta carrera reivindicativa coincida con el Año Internacional de las
Lenguas Indígenas es una “casualidad”, expresó Elizondo. Para
la lectora de lengua y cultura vasca en la Universidad Nacional
Autónoma de México, hay comunidades lingüísticas minorizadas “sea
año o no”, entonces “nos toca echarle ganas siempre”. Ahora,
esta declaración “ayuda quizá a tener un poco más de
visibilidad, sin embargo éste es un trabajo mucho más dilatado que
este año”.
El
lema de la 21 Korrika es klica, que representa “la
definición personal de un cambio de chip, un conecte con todo
aquello que se supone beneficie que nuestra lengua siga viva al igual
que la diversidad lingüistica. Klica es un compromiso y una
elección”.
Por
la mañana hubo un acto cultural con música y poesía con la
participación de Benjamín García González (trompetista mixe),
Celerina Patricia Sánchez Santiago (poeta ñuu savi), Juan Santiago
Téllez (rapero poblano), Rodolfo Tadeo Mendoza (huapanguero
veracruzano que cantó en náhuatl), así como manifestaciones en
vasco y catalán.
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