miércoles, 20 de junio de 2018

Personajes de Rubén Maya en la Biblioteca Lerdo de Tejada



Cuatro personajes colgantes, vendados, con múltiples ojos y en posición de correr, interactuaron a lo largo de varias semanas con los murales que Vladimir Kibálchich Rusakov, mejor conocido como Vlady, pintó en la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada.

Vendas y ojos nuevamente predominaban en los brazos sueltos, bebés, cabezas solas y mutaciones animal/humanos colocadas sobre paredes y en las vitrinas de Reconstrucción de la metáfora-cuerpo, exposición tipo taxonómico de Rubén Maya (Querétaro, 1964), que fue montada en el vestíbulo del Antiguo Oratorio de San Felipe Neri. Las esculturas están hechas mayormente de resina, aunque algunas son plásticos con vendas de yeso policromadas.




Aunque varios de estos personajes ya se han mostrado, por ejemplo, en X Teresa Arte Actual y otros museos de arte contemporáneo, se trató de resignificarlos y dar la sensación de “apropiación” del espacio a la entrada al recinto. “Como las vitrinas son antiguas, y el espacio se presta, la idea es que los seres se meten y juegan en ellas como un sentido de habitar, desde las mutaciones y la metáfora, el entorno”, expresó Maya con motivo de la exhibición.

La venda, por su parte, representa tanto al cuerpo enfermo como su cura. Para el entrevistado, los bebés “tienen que ver con la génesis del problema psíquico”. Los niños cuando están en el proceso de crecimiento “si los papás tienen un síntoma de ansiedad o neurosis, y tocan o manipulan a sus hijos, está comprobado que se los transmiten”.

Las cabezas vendadas en las vitrinas hacen alusión al problema psíquico del adulto, ya que éste por lo normal está en lo mental, no tanto en el cuerpo. Representan el final del sentido de la enfermedad, producida también por las adicciones, aunque sobre todo en la parte oscura de la personalidad. Es decir, “esa región que, en el transcurso de nuestra vida, luego no nos deja estar”. Para Maya la presente serie mantiene la constante temática que trabaja desde hace muchos años que tiene que ver con la “sombra psíquica”, un término jungiano.

Si sus piezas tienen “dos pares de ojos, esto representa mirar con el corazón y con la razón, para ver la cotidianidad de una forma más equilibrada”. Los ojos en el cuerpo hacen referencia al hecho de que “con el cuerpo también se ve. Sientes, ves y percibes la vida conforme caminas en tu proceso vivencial”.

Los personajes que son mutaciones forman parte de una gran instalación que el artista prepara para el nuevo Museo de Arte Contemporáneo por inaugurarse a fin de año en Querétaro. De las alrededor de 60 obras, 10 eran dibujos que funcionaban como “preámbulo a una gran exposición que tengo actualmente en casi todas las salas del Museo de Arte de Querétaro”, apunta Maya quien es grabador-dibujante de origen, y pintor, aunque últimamente ha desarrollado mucho la instalación.


miércoles, 13 de junio de 2018

Saúl Kaminer en el Museo de la Ciudad de México


El pintor y escultor Saúl Kaminer (CDMX, 1952) es uno de los artistas mexicanos que será incluido con cuatro obras en la Enciclopedia Internacional de Surrealismo (de la editorial británica Bloomsbury Academic), de próxima aparición.

Al respecto explica: “Cuando llegué a París en 1976, me conecté con la gente que quedaba del surrealismo y participé en exposiciones y en revistas con textos e imágenes. Muy pronto unos amigos latinoamericanos –yo, entre ellos-- crearon el grupo Magia Imágen, y nos veíamos a charlar con Roberto Matta. Esto duró cinco años y nos llegamos a definir claramente como realistas del Sur y no como surrealistas. Sin embargo, los surrealistas adoptaron a algunos de nosotros de tal manera que mi periodo figurativo lo ven como un enfoque surrealista”.

Kaminer, cuya exposición Órbitas, rumbos y sombras se montó en el Museo de la Ciudad de México (MCM), expresa que su figuración primera se debió a que “necesitaba explicarme el mundo. Mi padre nació en Polonia, fue inmigrante, sin embargo nunca me pudo contar nada de su historia, tuvo una embolia cuando tenía dos años. Cuando le preguntaba por su familia se le hacía un nudo en la garganta”.


Vista de sala


Entonces, “necesitaba agarrarme de cosas. Fui a ver el pueblo donde él nació que ahora queda en Ucrania. A partir de allí entendí muchas cosas que él nunca me pudo decir y me empezaron a disipar los miedos. Todos los vacíos que tenía se llenaron y empecé a trabajar desde adentro para fuera y no al revés. Eso me permitió pasar paulatinamente de la figuración a la abstracción. Incluso, el último óleo que pinté para la exposición, Asideros en el vacío (2018), es como una conclusión de todo ese periodo en el que no es necesario ya agarrarse de cosas para seguir el camino de la vida”.

Según José María Espinasa, director del MCM, ver los cuadros de Kaminer prende “cantidad de cosas” en la mente del espectador. En primera instancia “son como mapas, como las huellas de un recorrido en el espacio, en otros casos, son como el fuego de artificio en el cielo conservado en la mirada. Todas estas maneras de interpretar la obra de Saúl tienen que ver con su pluralidad de sentidos”.


Yesod-B (2016)


Órbitas, rumbos y sombras comprende 65 pinturas y esculturas realizadas durante los últimos ocho años. Mientras 50 provienen de su taller, los restantes son préstamos de colecciones. En ella, utiliza varios lenguajes escultóricos: fierro, barro, mármol, que hablan de lo mismo, no obstante a la vez sigue con el oficio de pintor que le resulta primordial. Siente que en la exposición “la vocación espacial de mi trabajo agarra plenitud, el diálogo entre la escultura y la pintura se hace mucho más espontáneo y pleno”, dice el entrevistado por La Jornada


Totem (2016)
 

---¿Cuál es el momento histórico, o intelectual, de su trabajo actual?

---Hay una obra llamada Oestrus que se refiere a cuando platicaba en París con Roberto Mata quien nos hablaba de ese momento en que la Virgen puede ser fecundada. Diría que es el instante en que se puede dar la creación y todo se fecunda. Para mi estaría en un momento intelectual, vital, en que todo puede ser fecundado. El cuadro rojo (La tierra, espejo del cielo) que está detrás de nosotros, y Las palabras de la tierra “Ella, Él y Todos”, ambos de 2017, tienen que ver con el temblor del pasado 19 de septiembre.

Para mí es importante no trabajar con sangre, sin embargo pintar con el rojo. Mi trabajo siempre ha sido simbólico y me parece más fuerte simbolizar las cosas que hacerlas de modo realista porque nos permite ir más lejos. Para mí es un momento de fecundación. Estamos en plena transformación de todo. Como que los imaginarios se han vuelto a colapsar como a principios de la centuria pasado en que surgieron las vanguardias del siglo XX.

Veo a los jóvenes llenos de propuestas, ya no importa tanto si expones en museos completamente institucionales, sino cada vez es hasta necesario exponer en otros espacios que no sean precisamente los museos de Arte Moderno o el Tamayo. Todo está mucho más líquido, como diría el filósofo Zygmund Bauman, quien habla del estado líquido. Como el mundo ha pasado de lo sólido a lo líquido.

---¿Cómo le afectó el temblor?

---Fui a ayudar a las personas, ver sus casas. Como estudié arquitectura y di clases de resistencia material y estructuras, sentí la necesidad de ver lo que podía hacer. Darles algunas opiniones de si podían dormir esa noche allí, si las grietas que tenían podían ser reparadas. Era una primera opinión, nunca quise hacerlo de ingeniero, sin embargo había que hacer algo para ir más adelante. No quedarse en la parte de la víctima al que le fue mal. El temblor es una sacudida tremenda, cada vez que hay una réplica uno sale a la calle con miedo. Sin embargo, mi reacción es hay que hacer algo.

En la pintura hay que hacer algo, hay que seguir a pesar de que todo parezca más difícil hoy, aunque hay más puertas, más posibilidades. A pesar de que los pintores de mi generación son poco mostrados en México, hay que seguirle”.

Órbitas, rumbos y sombras permanecerá hasta el 17 de agosto de 2018 en el Museo de la Ciudad de México, Pino Suárez 30, Centro Histórico.



martes, 5 de junio de 2018

Paulina Jaimes experimenta con el dibujo



Para lograr la obra, mayormente dibujo, con el título de Epidérmide, que presentó en la novel galería T.138, Paulina Jaimes (CDMX, 1986) construyó en su estudio un cajoncito de tierra a modo de escenario. Allí, diferentes modelos, algunos de ellos bailarines, interactuaron con el reducido espacio, sumergidos en la tierra. Una desde el principio “se hizo chiquita, empezó a explorar y, de plano, florecer”.

Uno de los primeros resultados fue el díptico Acto I, angustia y Acto II, éxtasis, con el objetivo de hablar de la dualidad porque “uno tiene que estar parado en medio de ambas polaridades. Entender que no todo en la vida tiene un sentido de embeleso, sino hay que pasar a veces por procesos catárticos para comprender aquello que luego nos dificulta, sin embargo con el tiempo se digiere a fin de transitar de otra forma, pasar a otras cosas”.


Bi-icolor


Para Jaimes, “lo rico” de su proceso creativo es darse cuenta que cada persona tiene una aportación diferente porque trasciende de su experiencia personal, algo que ha vuelto “muy relevante en todo mi proceso de trabajo. Hablar de esos seres humanos que acontecen en mi realidad, que también son personas que están adheridas al cambio o que no se resistan. Por eso abordo también un poco la tierra en el sentido de resurgimiento, como de tener contacto de nuevo con el origen, con la naturaleza, que tal vez hemos perdido en nosotros”.

A la artista le agrada darse cuenta que sus modelos en su calidad de personas sensibles, y metidas dentro del medio, automáticamente generan ficciones: “Es muy rico encontrar que ellos se desenvuelven, generan, para darme algo trabajado desde adentro, no sé de dónde. Les platico mi idea principal, sin embargo cómo lo abordan es algo muy personal”.



Pausa 1


Jaimes, quien se identifica más como pintora, aunque Epidérmide se plantea desde el dibujo, maneja una figuración “tal vez teatralizada, porque tampoco representa la realidad como la vemos, ya que sus personajes acontecen de la tierra”. Trabaja con lo que el modelo en cuestión puede transmitir en el sentido real, lo que automáticamente se gesta en emoción, en cuerpo”.

Aunque no es fotógrafa, retrata a sus modelos y luego trabaja con base en las tomas que considera su “imaginario” que le lleva a inventarse estas ficciones y recreárselas: “Parece una danza porque estoy casi sobre la modelo, moviéndome. Es curioso porque después de 15 minutos ellos quitan la resistencia, la postura que estamos acostumbrados a dar frente a la cámara. También se genera un momento de confianza conmigo y con ellos para que todo fluya. Hay un momento en que también la cámara y yo empecemos a encontrar cosas interesantes”.



Eros 100


A la entrevistada lo que le llama del dibujo es la posibilidad de “plantear imaginarios”, además de lo rápido y manejable que puede ser. Para el díptico Jaimes trabajó con un material “nuevo” para ella: el carbón que además le hizo mucho click el hablar de la tierra desde ello. En Epidérmide emplea técnicas mixtas: “No sólo es el carbón porque hasta en ello hay diferentes saturaciones y materialidad. Es el mismo proceso de la pintura pero abordado desde el dibujo”.

Llama la atención el que se concentre en los rostros de sus modelos: “Es algo personal mío. Algo que no se agota, no me cansa y sigo disfrutando. Forma parte de una triada que tengo, integrado por rostros, cabello y manos. Es algo que no está planteada a consciencia en esta exposición, sin embargo en otras ha sido más resuelta, un poco como del por qué el retrato, el close-up de la persona”.


Flores


La muestra comprendió 15 piezas, entre ellas siete dibujos al carbón, plumilla, tinta china, técnicas mixtas entre pastel y temples, incluso una litografía. De hecho era la primera vez que trabajó este procedimiento de impresión que consistió en “encontrarme con la mística de la piedra”. Para su realización hizo una residencia de 10 días en Aguascalientes, el el Taller Nacional de la Gráfica. “No nada más es dibujar, también es oficio”.


El Onironauta