Merry
MacMasters. Vocación: arquitecto; pasión: pintor. Así José
Grinberg (CDMX, 1942) se refiere a su quehacer existencial. No es
nada raro que un arquitecto también pinte. Los ejemplos sobran. El
primero que viene a la mente es el suizo-francés Charles-Édouard
Jeanneret Le Corbusier, mientras
que en México, Teodoro González de León.
“La
pintura siempre formó parte de mí, desde joven; es algo que
consideré integral en la formación del arquitecto. No hay
conflictos, es complementario”, expresa Grinberg quien exhibe bajo
el título de Señales ocultos en el Centro Cultural Estación
Indianilla.
Su
modo de pintar lo liga a la Generación de la Ruptura. Entrevistado,
Grinberg reconoce que este movimiento lo influyó al ser estudiante
de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma
de México: “Existía el espíritu de la rebeldía. Con (el pintor)
Fernando García Ponce había una relación como jóvenes que nos
veíamos y platicábamos. Íbamos a hacer arte con Alejandro
Jodorowsky, todo ese grupo de personas que en ese momento constituía
la ebullición en el mundo cultural de México”.
Si
en un principio su pintura fue realista y figurativa, Grinberg tomó
pasos hacia “un abstraccionismo mucho más expresivo”, aunque
siempre con un tema. En los últimos tiempos lo que más le ha
impactado es “el caos en que vivimos”. Precisa que su imaginería
básicamente tiene que ver con el estado de confusión, la esperanza
reflejada por medio de colores explosivos, en un principio, aunque
con el tiempo la paleta se ha limpiado para proporcionarle “una
serenidad con los blancos”.
Agrega
que nunca ha pretendido que sus pinceladas sean delicadas, al
contrario asegura que éstas deben ser espontáneas ya que expresan
“estados emocionales y los tiempos que vivimos”. Actualmente el
“tema” de Grinberg son “los acontecimientos cotidianos
expresados en forma abstracta, aunque con ciertas referencias como
son los collages, las noticias, los grafismos que incluye que
imponen al final del día un orden dentro del cuadro”.
--¿Organizar elementos en sus
cuadros lo reconcilia con el caos?
--La organización del espacio
pictórico se vuelve arquitectónico en alguna medida. Todos los
cuadros son símbolos que se repiten, por ejemplo, escaleras sin fin
que no llevan a ningún lado, laberintos, ventanas abiertas y
cerradas. Son experiencias que uno vive a través del tiempo.
José
Grinberg no estudió formalmente pintura, sin embargo trabajó un
tiempo en el taller de Arnold Belkin.
La
exposición de Estación Indianilla comprende tres series, entre
ellas Señales. Éstos tienen que ver con el sismo del pasado
19 de septiembre, o las acciones de Donald Trump, incluso hay señales
personales que se traducen en tonos azules. En el cuadro Ventana
ocre se observa “toda la estructura urbana en la parte
inferior: ventanas, edificios, como se componen con los elementos de
desorden al grado que en la parte superior aparecen las cruces de lo
negativo. A la vez se abren los elementos rojos del optimismo.
--¿Hay un alto grado de
protesta en su pintura?
--Hay una protesta social
expresada, no con enojo, sino con la idea de generar un sentimiento
crítico en el observador para que él y el cuadro dialoguen.
Lo
suyo es una protesta en contra del mundo caótico que se vive: “El
mundo incoherente, los discursos que no dicen nada, que muchas veces
se convierten en las pláticas cotidianas de los ciudadanos.
Repetimos las mismas ideas, los mismos conceptos. Pero,
fundamentalmente es el caos y la falta de valores que se vive en este
momento.
La
serie va a continuar porque “vivimos en un mundo de señales”. Lo
que cambiará es el tipo –humanas, urbanas, mediáticas y
políticas-- de señales, indica el entrevistado.
La
exposición Señales ocultas, de José Grinberg, permanecerá
hasta junio en el Centro Cultural Estación Indianilla, Dr. Claudio
Bernard, colonia Doctores.