La
decimoquinta edición de la feria Zona Maco de arte contemporáneo,
celebrada del 7 al 11 de febrero, rompió su propio récord de
asistencia al recibir a más de 62 mil visitantes, por lo menos dos
mil más que en 2017. Eso lo convierte en un atractivo muy esperado
por parte del público en general, no sólo el especializado en
cuestiones artísticas.
Aparte
de recorrer los locales de los 170 expositores, representantes de 27
países de América, Europa y Asia, los visitantes pudieron asistir a
múltiples conferencias con más de 50 invitados internacionales,
conocer la sección de editoriales y publicaciones, además del área
reservado para Zona Maco Diseño, ahora en su octavo año, y ser
testigo de la entrega de varios premios.
Damián
Ortega, de la galería Kurimanzutto, recibió el premio de
adquisición Artz Pedregal, destinado a esculturas y/o instalaciones
de gran escala, por la obra Torch Lamp. El Premio Tequila 1800
Colección, también de adquisición, fue para las obras Sexo,
guerra y Bertolt Brecht, de Minerva Cuevas, exhibida por la
Kurimanzutto; Mobil Bleu Translucide, de Julio Le Parc,
presentada por la RGR+ART; Breve relación del Pánuco,
de la serie Mollera y Cabeza mediana, ambas de Noé
Martínez, exhibida por Parque Galería, y Serie de dibujos sobre
papel vegetal, de Mathías Goeritz, presentada por Galería La
Caja Negra. Mientras que las tres primeras son galerías de CDMX, la
cuarta es madrileña.
El
premio de adquisición JSA Arquitectura, destinado a artistas
emergentes menores de 40 años representados por galerías presentes
en la feria, fue para las piezas Isabel, Ámbar y
Claudia, de la serie Espacio de fe, de Osvaldo González
de Galería Servando, de La Habana, Cuba, y A Labyrinth of a
straight line, de Troika, presentada por la Galería OMR de
CDMX.
La
oferta de obra artística fue grande, variada y de alto nivel. Llamó
la atención de más de uno que hubiera tanta pintura y escultura de
Fernando Botero, como si México y sus coleccionistas fueran un buen
mercado para la producción del colombiano. Tal vez lo sean.
Dio
mucho gusto ver obra de la escultora Helen Escobedo (1934-2010). La
pieza más llamativa fue El bici vocho (2001), un
prototipo de transporte público, con sus máscaras de oxígeno,
botequín de primeros auxilios, tanque de oxígeno portátil, bandera
mexicana, bicicleta y periscopio. Incluye el letrero: El “chofe”
¡no tiene la llave!
Exhibida
en el local de PROYECTOSMONCLOVA, Sandra Cerisola, que ahora trabaja
con la galería, recordó que ella maneja el estate de doña
Helen. Expresó su interés para que la artista, cuya obra quedó un
poco fuera de la vista del público tras su fallecimiento –la
Galería Metropolitana montó una exposición a finales de 2016-- ,
“ocupe el lugar que le corresponda en la historia del arte”.
También se exhibieron un par de dibujos del mismo proyecto.
Mayra
Nakatani, de la Galería Alfredo Ginocchio, habló con gran
entusiasmo de la obra del escultor costarricense Jorge Jiménez
Deredia (Ciudad de Heredia, 1954), radicado en Italia, el mismo que a
finales de 2015 expuso obra monumental en un corredor que iba desde
el Palacio de Bellas Artes hasta el Monumento de la Revolución.
La
galería se llenó de bronces y mármoles de la autoría de Jiménez
Deredia, que suelen mostrar figuras humanas enrolladas que emergen
de, o abrazan, formas redondas. Cuatro toneladas y media, para ser
exacto, de obra. Nakatani apuntó que el escultor trabaja en Pietra
Santa con el mismo fundidor que Fernando Botero y Anthony Gromley.
Las
esculturas del español Manolo Valdés (Valencia, 1942),exhibidas en
la Galería Freites, trajeron reminiscencias de la exposición que
alguna vez tuvo en el Museo Tamayo Arte Contemporáneo. El día
inaugural la Galería Karma, de Nueva York, regaló esquites
preparados por un experto local.
Entre
las piezas más bellas estaban las Flower bed, o camas de
flores, del chino Zhuang Hong Yi (1962), exhibidas por la galería
Smith Davidson. Las realiza con papel arroz y tinta sobre lienzo, y
tienen la habilidad de aparentar cambiar de color.
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