Qué
taquillera es Leonora Carrington (1917-2011). Primero, porque todo
mundo quiere hacerle homenajes a la pintora y escultora surrealista
con motivo del centenario de su natalicio, cuya conmemoración
comenzó el pasado 6 de abril. Segundo, porque acuden personas de
todas las edades a esas actividades, ansiosas de conocer su obra así como
aspectos de su azarosa vida.
El
galerista Pablo Goebel se adelantó a todos al inaugurar el pasado 30
de marzo la exposición Fábulas y bestiarios: cien
años de Leonora, con obra básicamente en papel, pero también
escultura y algo de pintura, en su espacio de Taine 212, Polanco.
Llama la atención una serie de dibujos que la artista realizó junto
con Pedro Friedeberg.
Doña
Leonora nació en Clayton Green, Lancashire, Inglaterra, hija de una
ama de casa irlandesa y un industrial inglés. En 1920 la familia se
trasladó a Crookhey Hall, mansión victoriana cercana a Lancashire
cuya influencia es apreciable en toda la producción artística de
Carrington. En los albores de su carrera pictórica la joven mujer,
tras estancias en Francia y España, sucumbió a los peligros de la
Segunda Guerra Mundial y sólo logró salirse de Europa en 1941 al
casarse con Renato Leduc, entonces embajador de México en Portugal.
Primero vivieron en Nueva York y luego en CDMX (1943), donde ese
matrimonio por conveniencia llegó a su fin y se divorciaron.
Gracias
al empeño y los esfuerzos de sus dos hijos, Gabriel y Pablo Weisz
Carrington, la celebración cobra dimensiones mayores. Las
actividades se iniciaron a las 10 horas en la Biblioteca de México
(Tolsá 4, La Ciudadela, Centro) con el panel internacional, en el
que participaron autoridades del tema surrealista, como Whitney
Chadwick, Roger Shanon, Susan Aberth y Stefan van Raay.
Siguió
por la tarde la dramatización de La dama oval, cuento de la
homenajeada, montada por Caracola Producciones. después fue
inaugurada en el Patio de los Escritores, y alrededores, la
exposición 100 años de una artista: Leonora
Carrington, cuyo contenido
consta en gran parte de documentos del archivo personal de la
artista: fotografías, correspondencia, libros, escultura y
reproducciones de su obra pictórica. Se trata de un acto de memoria
con la posibilidad de apreciar procesos creativos, incluso las etapas
por las que pasa la obra de arte para luego entregar un resultado.
Corresponde a “la obra negra, o esqueleto,” de donde
surge el resultado final.
Gabriel Weisz, presidente de
la fundación que lleva el nombre de su madre, expresó que el arte
es la única manera para impedir la muerte del imaginario: “Leonora
vivió una época en la que el nazismo decidió condenar varias obras
de arte con el título de ‘arte degenerado’. El mismo compañero
de ella, Max Ernst, fue considerado una amenaza para la cultura
alemana.
“En
1961 el diccionario de artes plásticas de la Academia de Bellas
Artes de la Unión Soviética descalifica el surrealismo como
manifestación reaccionaria producto de alucinaciones monstruosas, de
pesadillas y productos patológicos.
“No
olvidemos que el arte es un terreno de libertad que hace frente a las
dictaduras del pensamiento y que un arte como el de Leonora emerge de
un mundo complejo y profundamente rebelde. De aquí deriva la enorme
fuerza que tuvo alguna vez y que hoy conserva. Sin arte una sociedad
pierde una de sus riquezas más entrañables.
“Por
ello una celebración de Leonora lo es al arte o al revés, en un
mundo que se define cada vez más por un consumismo desbordado. El
verdadero arte nos ofrece alejarnos de esa enfermedad que se llama la
pobreza del espíritu. Hoy también celebremos nuestro derecho a la
cultura, sin la cual las personas experimentan un vacío total”.
Gabriel Weisz, quien es
catedrático y escritor, juzgó pertinente que el festejo pudiera
darse en la magna biblioteca, pues su madre siempre fue amante de los
libros.
Para la titular de la
Secretaría de Cultura federal, María Cristina García Cepeda,
celebrar a Leonora Carrington es reconocer la universalidad de la
cultura mexicana, construida de intercambios, encuentros, del diálogo
fecundo con todas las culturas del mundo. La homenajeada es “creadora
indispensable del arte mexicano”, aseguró la funcionaria.
A
poca
distancia de la Biblioteca de México, en la Galería Metropolitana
(Medellín 28, colonia Roma), de
la Universidad Autónoma Metropolitana,
se inauguraba otra exhibición celebratoria con obra de la artista,
Leonora Carrington:
imaginación delirante.
El
29 de marzo trascendió que la UAM está en pláticas para adquirir
la casa donde vivió la también grabadora en la calle
Chihuahua, con la finalidad
de convertirla en “casa museo”.
La
Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), por conducto
de su área de difusión cultural, se sumó a la muestra al facilitar
piezas pertenecientes a las colecciones de arte que están bajo su
custodia. Doña Leonora realizó una exposición antológica en el
Museo de Arte de Hacienda a finales de 2003. En 2016 su hijo Pablo
Weisz donó la escultura The palmist
(El quiromántico) a
las colecciones de
la Dirección General de Promoción Cultural Acervo Patrimonial de la
SHCP. La muestra
Leonora Carrington: imaginación delirante
fue curada por Rafael Alfonso
Pérez y Pérez, subdirector del Museo de Arte de Hacienda.
En la apertura de la
exposición Pablo Weisz, médico y pintor, escribió durante más de
dos horas, con toda la paciencia del mundo, dedicatorias en el tríptico de la exhibición, que los
asistentes le llevaban.
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