Tanto Oaxaca, como el país entero, es uno antes, y otro después, de la partida de
Francisco Toledo (1940-2019). Muchos, sin embargo, tienen la
impresión que no ha muerto y que en cualquier momento, a la vuelta
de la esquina, lo van a encontrar.
El
17 de julio el artista, promotor cultural y activista hubiera
cumplido sus 80 años, seguramente apartado en gran medida del mundo
de las felicitaciones, en familia como a él le gustaba, tal vez en
la capital de Oaxaca o de viaje en algún lugar sin revelar del
estado.
Claro,
siempre estaba para sus amigos y personas más allegadas. Armando
Colina, director de la Galería Arvil con Víctor Acuña, expresa:
“Cada año de donde quiera que me encontrara llamaba a Francisco
para felicitarlo, era un rito que duró más de 50 años. Sus
respuestas variaron con el tiempo sobre todo al final pues se quejaba
de los múltiples problemas en que se metía… hablaba de sus
proyectos y de su salud… pero siempre sentí su afecto hacia mí.
Le daba gusto oírme. Su temprana muerte me sorprendió y causó
tremenda tristeza”.
En
algún momento Graciela Cervantes, directora de la Galería
Quetzalli, le hacía una comida “un poco a la fuerza” con los
amigos más cercanos porque “Trine (Ellitsgaard) se iba con los
niños a pasar el verano con su mamá (a Dinamarca). A raíz de la
muerte de su mamá, Trine ya no viajaba, entonces Toledo comenzó
nada más a reunirse con su familia, sus hijos, sus nietos, que era
lo que en realidad le gustaba”.
Durante
30 años Cervantes y Toledo fueron “socios, cómplices, amigos y
confidentes”. Para ella Oaxaca es uno antes de Toledo y otro
después de él: “Muchos tenemos la impresión que no ha muerto,
que en cualquier momento va salir en alguna calle. Como Oaxaca fue su
ciudad, la caminaba, la gozaba, iba por sus periódicos, uno lo
encontraba platicando con alguien en la esquina o iba al taller de
Fernando Sandoval. Siempre era un caminar las calles de Oaxaca.
Luego, dan las 7:30 de la mañana y digo, ‘ya me va a llamar el
maestro’, que era la hora en que lo hacía. Son cosas que se te
quedan muy profundas en el corazón”.
Con
motivo de su aniversario 80, Toledo fue recordado por las
instituciones culturales que creó en Oaxaca: Instituto de Artes
Gráficas (IAGO), en 1988, Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo
(FCMAB), en 1996, Fonoteca Eduardo Mata -depende del Iago- , en 1997
y Centro de las Artes de San Agustín (CaSa), 2006, así como la
asociación civil Amigos del IAGO y del Centro Fotográfico Manuel
Álvarez Bravo, cuya presidenta es Sara López Ellitsgaard.
Ya
no está el maestro, sin embargo su labor continúa, impulsada por
personas comprometidas, que llevan bien puesta la camiseta de don
Francisco.
Daniel
Brena, director de CaSa, tiene un largo contacto con los proyectos de
Toledo, ya que anteriormente dirigió el CFMAB. Señala que el
artista, quien incursionó en un sinnúmero de disciplinas, “trabajó
por muchos años para que el arte fuera accesible para todos. Reunió
colecciones de libros, fotografías y gráficas, con la intención de
que fueran disfrutadas por personas que históricamente habían sido
excluidas de participar en la vida cultural del país. Además, a
través de talleres, promovió que las personas pudieran conocer las
técnicas, los procesos y conceptos necesarios para expresarse por
medio del arte. Después de varias décadas, este trabajo ha creado
instituciones resilientes. También ha creado una generación de
estudiantes, maestros, artistas y trabajadores que están convencidos
de que el arte debe de estar siempre al alcance de todos”.
Al
respecto Hazam Jara, director del IAGO, comenta que éste “tiene el
compromiso de seguir ofreciendo el espacio para la formación de
artistas en las distintas disciplinas por medio de la biblioteca,
talleres enfocados en distintas ramas de las artes gráficas y
literarias de manera gratuita para todos los públicos interesados,
siguiendo la visión de su fundador, el maestro Francisco Toledo”.
Para
Fausto Nahúm, director del Centro Fotográfico Manuel Álvarez
Bravo, “es difícil imaginar Oaxaca sin alguna de las instituciones
que fundó el maestro Toledo. Siempre han sido espacios abiertos y
lugares donde muchos encontramos otra forma de ver y de apreciar las
diferentes formas de expresión. Continuar con la labor es poder
seguir ofreciendo los espacios y todo lo que representa a otras
personas de la misma forma que el maestro nos compartió”.
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