miércoles, 25 de abril de 2018

Patricia Soriano, homenaje en La Esmeralda

 

La pintora Patricia Soriano (CDMX, 1964) se despidió de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” (ENPEG), después de dos décadas de impartir clases, con una exposición montada en su honor el pasado 1 de marzo, en la que la obra de 15 de sus exalumnos “dialogara” con la suya propia. Con la muestra, curada por Octavio Avendaño, se dio inicio a la celebración por los 75 años de la institución educativa.

Entrevistada por La Jornada, Soriano hace hincapié en la necesidad de “retomar las riendas de mi vida profesional”, aunque reconoció disfrutar “el espacio de reactualizar conocimientos, preceptos, nociones”, algo que no sucede cuando “te dedicas al soliloquio de tu trabajo de taller individual. Sucede cuando sales al mundo, cuando tienes contacto con los jóvenes, con sus inquietudes, problemáticas, intereses, ocurrencias, locuras, desvaríos, angustias. Entonces, en ese momento mi labor se enriquece a través de los otros”.

Kali

Sin embargo, “aun así después de 20 años concluidos como docente en la ENPEG llega el momento de decidir un espacio de cambio, transición, en que necesito más tiempo para Patricia Soriano para que ella restablezca nuevas maneras de entender su propio proceso”. 
 
La homenajeada no se aleja de la docencia del todo ya que hace tres meses ganó una plaza de tiempo completo en la Facultad de Artes y Diseño (FAD), de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), su alma mater, donde ha impartido clases también desde hace 27 años. En la FAD da clases de dibujo, no obstante quiere que la UNAM “me de un taller de pintura para dar clases como Gilberto Aceves Navarro y entonces sí declarar que soy un referente de relevancia para la UNAM”. También prepara su maestría.


Señora venganza

La exposición Homenaje a Patricia Soriano se componía de nueve cuadros de la homenajeada, mientras que la demás obra era de los exalumnos: Alejandra Alarcón, Miguel Ángel Alcalá, Emerson Balderas, Roberto Castillo, Pablo Cotama, Alejandra España, Agustín González, Patricio José, Salvador Jacobo, Julián Madero, Víctor Manuel Peña, Victoria Santaella, Ángel Solano, Alejandra Venegas y Lucía Vidales. 
 
Por fortuna, continúa la entrevistada, “la capacidad creativa de mis exalumnos ha podido detonar en rutas de investigación y creación completamente disímiles”. Dice sentirse orgullosa de haber participado activamente en la formación de criterios críticos que ponderan la libertad, la respuesta activa a las condiciones de vida que no satisfacen su punto de vista”. 


Paisaje
 
Son jóvenes que “en algunos casos se han inclinado por el trabajo en colectividad y de retribución social, otros que tienen una muy clara convicción de que enarbolar una actitud crítica respecto de los discursos en boga, contemporáneos de la pintura, no es la única vía de desarrollo. Por otro lado están los exalumnos cuya capacidad se ha orientado hacia el trabajo docente con excelencia”.

En el acto inaugural Soriano celebró que estos jóvenes pintores “no emulan a la maestra, no pintan perros, por fortuna”.


Sociedades

Karla Villegas, directora de la ENPEG, dijo que “receptivos como siempre a nuestro entorno cultural, social e histórico frente al mundo contemporáneo, asumimos la labor de la artista y docente Patricia Soriano como un elemento fundamental en el campo de la pintura contemporánea de nuestro país”.

Señaló que la vocación de la homenajeada ha transcendido de manera sensible en decenas de generaciones de artistas cuyo trabajo, hoy, se ve influenciado, más que por un estilo formal, por una convicción frente a la pintura”.

Carrusel



miércoles, 11 de abril de 2018

Fernando Cordero, fotógrafo de la emoción arquitectónica




Hace 31 años cuando el fotógrafo Fernando Cordero (CDMX, 1958) buscaba en qué especializarse se encontró con la arquitectura. Con formación de cine fotógrafo, cuya actividad dentro del séptimo arte es la creación de “atmósferas emocionales”, se dio cuenta que “de alguna manera” los arquitectos crean precisamente eso con sus diseños que “por lo general” los fotógrafos no interpretan. Lo que le interesó de la arquitectura fue su emoción, encontrar al arquitecto detrás de ello. El reto de crear “estas atmósferas en espacios que a veces son anodinos, hay que hacer que digan algo. Por eso la fotografía de arquitectura es apasionante y se convierte en algo que empecé a generar como un lenguaje y estilo particular más allá de un mero registro”.

Cordero no suele exhibir su obra en forma individual, sin embargo aceptó la invitación del Seminario de Cultura Mexicana de mostrar 31 imágenes, la mayoría en blanco y negro, aunque también había color, con el título de Historia sin fin. Tapias, exposición curada por el investigador Peter Krieger. Sin embargo, no se trata de una exhibición de arquitectos y su obra sino la curaduría habla de la arquitectura y el paisaje. En muchos sentidos, apunta Cordero, la arquitectura es una fotografía de paisaje porque el tema es la luz.




El trabajo de Cordero fluctúa entre lo personal y el encargo: “Visito al arquitecto para conocer sus puntos de vista y que me explique su obra. Muchas veces en el entendimiento de su obra surgen ideas, detalles, que pueden ser puntos de partida para generar la fotografía. No obstante, son proyectos personales porque a pesar de que los arquitectos me piden fotografiar su obra, siempre he tomado esto como una beca que me permite llevar acabo una investigación arquitectónica que a través de los años ligara en una línea anecdótica, conductual e iconográfica que genera una historia”.

Si la fotografía de arquitectura en México fue “sumamente importante” en los años 60 y 70 del siglo pasado, lo dejó de ser. Mientras personas como Guillermo Zamora y Armando Salas Portugal marcaron una huella significativa en el lenguaje de la fotografía de arquitectura moderna, para Cordero la arquitectura mexicana pasa por un momento difícil al igual que muchas cosas del país. Eso porque “en esa tendencia de globalización tanto la fotografía como la arquitectura, otras disciplinas artísticas y actividades profesionales, pasan por un momento de adaptación a un alud de ideas y conceptos que nos confunden mucho”.





Según Cordero la arquitectura mexicana hoy es una “mala copia de lo que pasa en el mundo de una modernidad que de alguna manera se ajusta a economías que tienen que ver con esto. Nosotros copiamos eso como si no tuviéramos ninguna identidad. Hemos perdido la esencia de esta cultura nuestra que es de arquitectos. La arquitectura prehispánica, colonial, todo, habla de un país con una pasión por la arquitectura. Sin embargo, los últimos 10 años ha sido una cosa lamentable. Lo vemos en fenómenos arquitectónicos como Santa Fe y estos edificios que se construyen pseudo modernos, que tienen que ver con otras ciudades, otras realidades”.

Las nuevas tecnologías también han golpeado a la fotografía. Cordero no hace fotografía digital y se niega al uso del photoshop. Trabaja con cámaras de formato grande, la mayoría con 4 x 5 o 8 x 10, con cámaras de corrección de perspectiva. Claro, ve en lo digital un medio formidable de transmisión de imágenes, sin embargo su trabajo es con base en la fotografía análoga. Y esto es una de las parteaguas de la exposición, “el entendimiento de que en México vemos los cambios de tecnología como si fueran una meta de llegara una situación óptima, como si eso fuera importante”. La fotografía digital es un complemento, no un sustituto, asegura.


Para el entrevistado la fotografía de arquitectura es de paciencia, contemplación y entendimiento. Aunque su acervo es extenso, “a veces hago una foto en un día o en una semana. En otras ocasiones tengo la luz idónea y hago 10 en un día, que es muy raro. Lo normal son tres al día. Peter seleccionó 120 imágenes y poco a poco vio las coincidencias con su discurso hacia la geología y el entendimiento del hombre en el planeta, la evolución y la filosofía decimonónica de la revolución industrial. Vio la relación íntima entre el paisaje y el problema que los humanos tenemos con la naturaleza y la construcción de estas arquitecturas que a veces rayan en lo ridículo utilizando las materias primas que extraemos al destruir la naturaleza”.