miércoles, 19 de abril de 2017

En el Día Mundial de la Bicicleta


Tras su debut hace dos años en el Museo Franz Mayer la exposición La vuelta a la bici ha viajado a otros dos espacios: las instalaciones de El Amate ubicado en el Parque Barranca Chapultepec, en Cuernavaca, y el Museo Nacional de los Ferrocarriles en Puebla. Sin embargo, en sus nuevas sedes tuvo una adaptación local, porque ya no tenía sentido hablar de la bicicleta en la CDMX, expresa su curadora Ana Álvarez.

Entrevistada, explica que en el caso de Cuernavaca “descubrimos grupos de activistas en municipios, que hacen una destacada labor. Por ejemplo, que las mujeres se suban a la bici y que las personas anden en lugares considerados peligrosos. En Temixco hay un grupo de mujeres que todas las semanas salen para así no renunciar al espacio público”. En el estado de Morelos Álvarez y su equipo de investigadores también se dieron cuenta que los grupos de activistas tenían una vocación muy fuerte de “ciclo-turismo”, además de promover la conectividad interestatal.










Una parte de la exposición se refiere a cómo la bicicleta, creado hace unos 200 años, ayudó a emancipar a la mujer: “Cuando apareció la bici las mujeres usaban vestidos victorianos que pesaban 20 kilos. Son los fabricantes los que empiezan a impulsar que haya una adaptación en la vestimenta. También desde esa época se siente que el ajuste en la autonomía de la movilidad traería cambios profundos”. La muestra incluye la fotografía estenopeica de finales del siglo XIX, El marido obediente, en la que una mujer acompañada de su bicicleta, le dice al esposo, ‘lava bien la ropa, que no se tiñe de azul, que me voy de paseo’”.

En el Museo Nacional de los Ferrocarriles la bicicleta se alió con el rescate del patrimonio histórico y cultural. Consciente de la “fuerte tradición en fototecas” que tiene Puebla, una vez allí Álvarez se dio cuenta de “la magnitud e importancia de esos acervos, no nada más para la entidad, sino para la memoria nacional”, al grado de decir “no hay ningún otro registro así de extraordinario sobre la bicicleta en el país. Es un acervo de 4 mil imágenes encontramos como 30 en que había bicicletas de manera cotidiana en Puebla”.  






De allí que para su presentación en Puebla la muestra se enriqueció con acervo de la Fonoteca Antica, con registros relevantes del uso de la bicicleta en el Estado, así como su estrecha relación hoy día con las vías verdes. 

También a nivel de los reglamentos: “Encontramos registro de reglamentos de 1893 sobre cómo se debía de conducir a la bicicleta y qué cosas estaban prohibidas como pasar por los parques, ir a una velocidad mayor que el trote regular de un caballo. Más adelante eso se modifica. Ya para 1914 se establece que no se podía soltar las manos del manubrio, tampoco quitar los pies de los pedales, ni llevar niños en el cuadro. En fin, una regulación que habla de un uso intensivo y muy cotidiano en el caso de Puebla que para mi fue una sorpresa”. 

Otra sorpresa fue la cantidad de mujeres que se mueven en bicicleta en municipios como San Andrés Cholula. De hecho, el alcalde de este poblado asistió a la apertura de la exposición en el Museo Nacional de los Ferrocarriles. Respecto a esta tradición Álvarez apuntó que las mujeres llevan a los niños en bicicleta que a su vez pedalean. De allí que los cholultecas han desarrollado toda clase de diseños para adaptar las bicis para llevar a los hijos. Pasa lo mismo en CDMX en lugares como Ixtapalapa o Xochimilco que son “pueblos bicicleteros”. 

Si en sus dos primeras sedes la exposición comprendió 52 bicicletas mexicanas y extranjeras, en Puebla la cantidad se redujo a 32: “La muestra aquí es más chica por el espacio, aunque más nutrida en diversidad”. No obstante incluyeron bicis nuevas así como otro material como un video en el que se habla con Isidro Pacheco, con 81 años de andar en bici, quien dice, “cuando me levanto y me duele el cuerpo, me subo a la bici y se me quita”.

Para Álvarez La vuelta a la bici rearma el rompecabezas de la memoria colectiva de la historia de la movilidad en el país. La exposición permaneció hasta el 28 de mayo en el Museo Nacional de los Ferrocarriles, en Puebla.

El Día Mundial de la Bicicleta se celebra el 19 de abril.





martes, 11 de abril de 2017

Leonora Carrington a 100 años


Qué taquillera es Leonora Carrington (1917-2011). Primero, porque todo mundo quiere hacerle homenajes a la pintora y escultora surrealista con motivo del centenario de su natalicio, cuya conmemoración comenzó el pasado 6 de abril. Segundo, porque acuden personas de todas las edades a esas actividades, ansiosas de conocer su obra así como aspectos de su azarosa vida.

El galerista Pablo Goebel se adelantó a todos al inaugurar el pasado 30 de marzo la exposición Fábulas y bestiarios: cien años de Leonora, con obra básicamente en papel, pero también escultura y algo de pintura, en su espacio de Taine 212, Polanco. Llama la atención una serie de dibujos que la artista realizó junto con Pedro Friedeberg.

Doña Leonora nació en Clayton Green, Lancashire, Inglaterra, hija de una ama de casa irlandesa y un industrial inglés. En 1920 la familia se trasladó a Crookhey Hall, mansión victoriana cercana a Lancashire cuya influencia es apreciable en toda la producción artística de Carrington. En los albores de su carrera pictórica la joven mujer, tras estancias en Francia y España, sucumbió a los peligros de la Segunda Guerra Mundial y sólo logró salirse de Europa en 1941 al casarse con Renato Leduc, entonces embajador de México en Portugal. Primero vivieron en Nueva York y luego en CDMX (1943), donde ese matrimonio por conveniencia llegó a su fin y se divorciaron.

Gracias al empeño y los esfuerzos de sus dos hijos, Gabriel y Pablo Weisz Carrington, la celebración cobra dimensiones mayores. Las actividades se iniciaron a las 10 horas en la Biblioteca de México (Tolsá 4, La Ciudadela, Centro) con el panel internacional, en el que participaron autoridades del tema surrealista, como Whitney Chadwick, Roger Shanon, Susan Aberth y Stefan van Raay.

Siguió por la tarde la dramatización de La dama oval, cuento de la homenajeada, montada por Caracola Producciones. después fue inaugurada en el Patio de los Escritores, y alrededores, la exposición 100 años de una artista: Leonora Carrington, cuyo contenido consta en gran parte de documentos del archivo personal de la artista: fotografías, correspondencia, libros, escultura y reproducciones de su obra pictórica. Se trata de un acto de memoria con la posibilidad de apreciar procesos creativos, incluso las etapas por las que pasa la obra de arte para luego entregar un resultado. Corresponde a “la obra negra, o esqueleto,” de donde surge el resultado final.

Gabriel Weisz, presidente de la fundación que lleva el nombre de su madre, expresó que el arte es la única manera para impedir la muerte del imaginario: “Leonora vivió una época en la que el nazismo decidió condenar varias obras de arte con el título de ‘arte degenerado’. El mismo compañero de ella, Max Ernst, fue considerado una amenaza para la cultura alemana.
En 1961 el diccionario de artes plásticas de la Academia de Bellas Artes de la Unión Soviética descalifica el surrealismo como manifestación reaccionaria producto de alucinaciones monstruosas, de pesadillas y productos patológicos.

No olvidemos que el arte es un terreno de libertad que hace frente a las dictaduras del pensamiento y que un arte como el de Leonora emerge de un mundo complejo y profundamente rebelde. De aquí deriva la enorme fuerza que tuvo alguna vez y que hoy conserva. Sin arte una sociedad pierde una de sus riquezas más entrañables.

Por ello una celebración de Leonora lo es al arte o al revés, en un mundo que se define cada vez más por un consumismo desbordado. El verdadero arte nos ofrece alejarnos de esa enfermedad que se llama la pobreza del espíritu. Hoy también celebremos nuestro derecho a la cultura, sin la cual las personas experimentan un vacío total”.

Gabriel Weisz, quien es catedrático y escritor, juzgó pertinente que el festejo pudiera darse en la magna biblioteca, pues su madre siempre fue amante de los libros.

Para la titular de la Secretaría de Cultura federal, María Cristina García Cepeda, celebrar a Leonora Carrington es reconocer la universalidad de la cultura mexicana, construida de intercambios, encuentros, del diálogo fecundo con todas las culturas del mundo. La homenajeada es “creadora indispensable del arte mexicano”, aseguró la funcionaria.

A poca distancia de la Biblioteca de México, en la Galería Metropolitana (Medellín 28, colonia Roma), de la Universidad Autónoma Metropolitana, se inauguraba otra exhibición celebratoria con obra de la artista, Leonora Carrington: imaginación delirante.

El 29 de marzo trascendió que la UAM está en pláticas para adquirir la casa donde vivió la también grabadora en la calle Chihuahua, con la finalidad de convertirla en “casa museo”.

La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), por conducto de su área de difusión cultural, se sumó a la muestra al facilitar piezas pertenecientes a las colecciones de arte que están bajo su custodia. Doña Leonora realizó una exposición antológica en el Museo de Arte de Hacienda a finales de 2003. En 2016 su hijo Pablo Weisz donó la escultura The palmist (El quiromántico) a las colecciones de la Dirección General de Promoción Cultural Acervo Patrimonial de la SHCP. La muestra Leonora Carrington: imaginación delirante fue curada por Rafael Alfonso Pérez y Pérez, subdirector del Museo de Arte de Hacienda.

En la apertura de la exposición Pablo Weisz, médico y pintor, escribió durante más de dos horas, con toda la paciencia del mundo, dedicatorias en el tríptico de la exhibición, que los asistentes le llevaban.