domingo, 24 de enero de 2021

Xavier Esqueda en el Museo Federico Silva Escultura Contemporánea

Un conjunto de cuadros del griego/italiano Giorgio de Chirico (1888-1978), fundador de la escuela metafísica, visto por el artista Xavier Esqueda (Ciudad de México, 1943), a sus 22 años, en el Museo de Arte de Filadelfia, lo dejaron “pasmado”. Dijo, “eso es lo que quiero hacer”.


En el Museo de Arte Moderno, en Nueva York, había una exposición del surrealista belga René Magritte (1898-1967) que, al verla, a Esqueda “se le cayeron los hombros”. Suspiró: “Ya no podré hacer nada en la vida. Magritte hizo todo lo que tenía idea de hacer”.


Xavier Esqueda (Fotos cortesía del Museo Federico Silva Escultura Contemporánea)


Contrario a esta premonición, Esqueda ha desarrollado una carrera de casi seis décadas dedicada al arte, en la que quizá es más conocido como pintor. Ahora, realiza por vez primera una exposición, Dos puntos de vista, enfocada a su producción escultórica. Esta muestra “íntima”, ya que comprende 14 esculturas, cuatro cajas arte objeto y dos oleos, fue abierta en el Museo Federico Silva Escultura Contemporánea, en la ciudad de San Luis Potosí. La curaduría es de Enrique Villa, director del recinto.


Esqueda nunca ingresó en una escuela de arte, sin embargo estudió la carrera de arquitectura durante dos años y en 1961 asistió al taller de cerámica del pintor y escultor Juan Soriano. En una mesa redonda efectuada previa a la inauguración de la exhibición, Esqueda dijo haber tenido un amigo francés, el dibujante y pintor Paul Antragne, quien le enseñó el empleo de los barnices, para qué se aplican y cuándo. Aseguró, “es bueno no ir a la escuela porque entonces, uno no tiene influencias ni del profesor ni de lo que éste te impone”.


Día de Campo (2000), bronce.


Al ser artista de la Galería Antonio Souza, representantes de la neoyorquina Galería Byron vieron su obra durante un viaje a México y lo invitaron a exponer en la urbe de hierro. Al estar allá, se le invitó a participar en una exposición de cajas arte objeto, al que declinó. Fue la secretaria de la galería quien lo animó porque en ella participaban desde Joseph Cornell hasta Andy Warhol. Era la época en que surgía el Arte Pop y el Arte Op. Su caja fue una combinación de estos dos movimientos, aunado el surrealismo. Desde entonces siempre incluye cajas en sus exposiciones.


En 1965, Esqueda fue invitado por Dartmouth College, en Hanover, New Hampshire, a ser el artista en residencia. A su regreso a la Ciudad de México “reinaba” el arte abstracto, sin embargo en la medida que no pensaba que viviría del arte, siguió en su propia búsqueda que partía de “un nuevo sistema de pintura o escuela que fue De Chirico”.


Vista de Glifo conejo (1995), obsidiana negra y roja con cable macizo de plata.


Para el artista Dos puntos de vista representa un muestrario de los objetos que ha hecho durante toda su vida: “Mis cuadros, por ejemplo, eran como retratos de esculturas. Dije, mejor hago la escultura en vez de retratarla. Empecé a hacer pequeñas obras en basalto y obsidiana. No hago mucha escultura porque si es grande es costosa y cansada, ya que tienes que estar parado mucho tiempo, incluso, años. También es un problema transportarla y luego, dónde la guardas. Hice grandes esculturas en basalto, sin embargo no las he vuelto a hacer, Ahora hago los bronces que es mucho más fácil. Las hago en plastilina, voy al fundador, checo y retoco”.


Para el crítico de arte Luis Ignacio Sáinz la exposición es una “antología mínima de las obsesiones formales en bulto” de Esqueda, así como “este ejercicio de laboratorio de los materiales que sobrepasan el asombro”. Un “festín visual, táctil, volumétrico” es lo que ofrece Esqueda a quien “ubicamos como alguien capaz de transitar con naturalidad del dibujo a la pintura, y de ésta a ciertas formas de la gráfica en las que nunca ha querido permanecer demasiado, y de manera rotunda en la tridimensión”.


Estela imperial (1994), marmol y bronce.


Según Sáinz el expositor “se pierde de lunes a domingo, 365 días al año, en este universo de la fantasía en busca de sus raíces, sus esperanzas, y, quizá, pensando que esta realidad que nos circunda, y en ratos engulle, no es suficientemente atractiva para representarla como tal. De modo que formula su propio modo de realidad”.


El investigador Luis Rius Caso coincidió al decir que en la obra de Esqueda “predomina una lógica de la obra paralela, la realidad alterna que es mejor siempre. Es un gran escultor y los diálogos que establece con la pintura son muy naturales”.