domingo, 20 de septiembre de 2020

Hampshire y Marcín en la Galería Karen Huber

 

Merry MacMasters. La Galería Karen Huber reabrió sus puertas bajo estrictas medidas de seguridad –tapabocas obligatorio y el uso de gel antibacterial, visitas por cita, un máximo de tres personas en el espacio al mismo tiempo-- , con las exposiciones Mundonomundo, de Luis Hampshire, con 18 pinturas y estructuras espaciales, y La destreza de un pintor consiste en saber pintar el aire, de Mauricio Marcín, con ocho pinturas en acrílico.


Durante el tiempo que la galería --enfocada a todos los aspectos de la pintura--, estuvo cerrada debido a la cuarentena por la pandemia del COVID-19, “tuvimos que posponer dos exhibiciones”, expresa su directora, Andrea Bustillos. Ahora, decidieron no hacerlo porque “tenemos un compromiso con los artistas”. Por otro lado, “el público ya quiere empezar a salir con sus precauciones”.




Obra de Luis Hampshire. Aspecto de la galería. 




A raíz del encierro, Hamphire (Oaxaca, 1975) tuvo que modificar su muestra originalmente pensada como una serie de pinturas de gran formato. Por la crisis sanitaria de repente no podía conseguir los bastidores y demás materiales. La cuarentena lo enfrentó a los límites de su taller: “Si no tenía la tela deseada, agarraba otra, o maderas. Era pensar en las relaciones que no necesariamente van de la mano, sin embargo al forzarlas generan nuevos sentidos.


Es algo que me interesa mucho, sobre todo en esta situación en que no sabemos bien cómo ubicarnos. Sé que tengo una vida, no obstante, no es como era”. Estas inquietudes se reflejan en su obra que desconcierta por su ambigüedad. Este desvío de lo “cómodo” es algo que el entrevistado trabaja desde hace tiempo: el momento en que la pintura sale del soporte bidimensional y empieza a tener un carácter más espacial que conlleva nuevos “torzones o desvíos”.


Ante la inundación de contenidos de arte en las redes sociales debido al encierro, el ganador del 17 Bienal de Pintura Rufino Tamayo (2018) empezó a reflexionar sobre “la plenitud de la imagen digital contra la materialidad de la imagen, con la presencia del objeto de arte en el espacio físico de la galería, lo que es completamente distinto”. Le preocupaba hacer una exposición que tuviera que ver con la presencia de las piezas y el espectador frente a ellas, porque sus obras no sólo tienen diferentes lecturas, sino son un mundo de detalles.


Las estructuras espaciales de Hampshire son una metáfora del frágil equilibrio de “la situación que vivimos. A veces pasa una sola cosa y todo se viene abajo. México tiene posibilidades de resolver muchas cosas con un palito, una cinta adhesiva, un mecatito. Sin embargo, si esto fuera de estructura de producción constante, no compete en un ámbito de economía global”.



Obra de Mauricio Marcín incluida en la exposición. Ambas imágenes son cortesía de la Galería Karen Huber.




Mauricio Marcín (Tapachula, 1980), por su parte, es más conocido como gestor y curador que como artista. En un texto escrito para la exposición dice que las pinturas son conjuros. Son “mi forma de hacer rituales de protección: orégano y limones debajo de la cama. Cada uno de los conjuros intenta rescatar la visión de lo divino, extirpada de nuestras conciencias por la perspectiva antropocéntrica que nos hace pensar la existencia como un movimiento binario de producción y consumo”.


La Galería Karen Huber se ubica en Bucareli 120, colonia Juárez. Para hacer una cita escribir a info@karen-huber.com o produccion@karen-huber.com.