Merry
MacMasters. El Instituto Cultural de México en Francia celebra su 40
aniversario con una exposición retrospectiva de Carlos Torres
(Chihuahua, 1949), pintor mexicano que vive y trabaja en París desde
1974. Se trata de medio centenar de obras, entre pintura, piezas
tridimensionales como las inmersiones –telas inmersas en cemento
cuya mitad queda invisible para siempre, habrá que imaginarla-- ,
obras sobre madera, dibujos y fotografías, que suman cuatro décadas
de creación ya que la pieza más antigua es de 1980.
Egresado
de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La
Esmeralda”, Torres es de formación figurativa. Aunque ahora se
considera no-figurativo o abstracto, asegura que la figuración
“siempre me atrae y la practico de vez en cuando”. En la
exposición habrá dos piezas figurativas, un homenaje a Vermeer a
quien considera “una referencia de la luz y del orden en la
composición, así como un retrato que le hizo al artista español
Miquel Barceló.
Entrevistado,
Torres señala cuando empezó a trabajar en 1974 su trabajo consistió
en “una fusión entre fotografías de mi propia cara asociadas a
una pintura gestual”. En 1981 montó una exposición en el Museo de
Arte Carrillo Gil que vino a cerrar ese periodo. A partir de allí
continuó en la exploración de posibilidades hasta llegar a la serie
Cache, que consistió en telas con mucho color posteriormente
cubiertas con negro dejando visible solo una parte.
Dicha
serie inspiró al escritor cubano Severo Sarduy a escribir en 1986 el
texto Luz fósil en que dice: “Carlos Torres recorre las secuencias
y reconstituye las escenas de esta posible cosmogonía del color, de
esta verosímil historia de iris. Ocultar, obturar, tachar, borrar,
para recuperar en la mirada el impacto del cromatismo original, la
percepción adánica: islas en la luz nueva. No hay acceso frontal,
neto, al color, sino vislumbre, intuición, adivinanza casi. Así nos
tiende la presencia su jeroglifo, garabato esplendente que escapa,
apenas a la furia iconoclasta de lo negro. Y huye, hacia los bordes
de la tela”.
Para
Torres “no es que un pintor cambie su manera de pintar, sino el
trabajo pasa por una serie de evoluciones naturales generadas por la
búsqueda y la práctica constante del oficio”. Es de la idea de
que “si hay exigencia y rigor, la obra por sí sola, aunque tenga
varias expresiones, conserva su coherencia, como en el caso de
Gerhard Richter”.
Distinguido
en 2006 como Caballero en la orden de Artes y Letras de la República
Francesa, Torres también ha dicho que trabaja en dos tiempos:
“Primero elaboro una imagen, buscando que tenga plasticidad y
coherencia propia. Después la intervengo; recortando. quemando o
enterrándola parcialmente. En la primera etapa, ignoro el uso o
resulta de final, estoy siempre abierto a la sorpresa y a lo que
proponga la obra misma”.
Actualmente
Torres experimenta con las posibilidades que ofrece el oro dentro de
la pintura. Trabaja en un par de proyectos en Ciudad Juárez y
Chihuahua.
La
exposición permanecerá hasta el 22 de marzo.