En el quinto aniversario de la “ausencia” de Carlos
Fuentes (1928-2012), su viuda, la periodista Silvia Lemus, expresó
que “no sólo necesitamos recordar y leerlo, sino cada vez más
seguir conversando con él”. Por eso “su palabra, sus libros, sus
ideas a favor del diálogo y la justicia nos siguen alentando y
acompañando”.
En
el acto realizado en la Sala Manuel M. Ponce, del Palacio de Bellas
Artes, acotó” “No creo ser la única mexicana que al leer el
periódico se pregunte, ¿qué diría Carlos Fuentes sobre el muro de
Trump? Puedo imaginar su voz encendida condenando un gobierno que
pretende duplicar las fronteras. En cuanto a México me parece que
muchas veces Carlos ya había previsto nuestros males mayores: la
violencia, la pérdida de la comunidad, la impunidad de los poderes.
También es bueno recordar que había creído mucho en la sociedad
civil, de la democracia igualitaria en la modernidad como pocos
intelectuales nuestros que pelearon tanto por la justicia social y la
civilización democrática”.
De
allí que Lemus pidió volver a sus libros y continuar la
conversación con sus páginas. Los demás participantes se habían
referido a tres libros de Fuentes que en 2017 cumplen medio siglo y
30 años, respectivamente, de haberse publicado: Cambio de piel y Zona
sagrada (ambos de 1967), y Cristóbal Nonato (1987).
La
periodista escogió hablar de La frontera de cristal (1995),
novela en nueve cuentos, escrita en la época en que se concibió el
Tratado de Libre Comercio (TLC). En ella Fuentes muestra como en la
frontera entre los dos países se agudizan el resentimiento y los
intereses económicos en tiempos de negociación como los que motiva
el TLC. El libro es “emblemático” de la preocupación de Fuentes
por la relación bilateral.
Gonzalo
Celorio, al hablar de Cambio de piel, afirmó que es una
novela ambiciosa que corresponde a la juventud del autor. Un libro
que responde a la necesidad apremiante de decirlo todo, de
compendiarlo todo, una novela urgida de llenar un vacío histórico,
de plasmar nuestro ser en relación con nosotros mismos y con la
cultura universal.
El
autor de Del esplendor de la lengua española dijo que Cambio
de piel es una novela de gran relevancia para la literatura
mexicana, pero acaso lo es más para su historia. Pues “continua y
de algún modo culmina el largo proceso de emancipación cultural que
se inicia con nuestra independencia política en los albores del
siglo XIX, que durante toda esta centuria se esfuerza en definir
nuestra propia identidad que constantemente se debate entre las
culturas originarias y la europea impuesta”.Cambio
de piel es un gigantezco mural pintado por un miniaturista. Es un
texto “libertador para todos nosotros, pero también para Fuentes
quien mudó de piel con ello”.
Ana
García Bergua reconoció que Zona sagrada se ha considerado
una novela de menor envergadura dentro de la vasta e inabarcable obra
del homenajeado. Sus protagonistas están inspirados en la actriz
María Félix y su hijo el actor Enrique Álvarez Félix. De allí
que le agradó hablar de “ella justamente por la curiosidad y la
convicción de que la obra de un autor, incluso el más antiguo de
todos, es un ser vivo y cada lectura renueva al infinito sus posibles
reverberaciones e interpretaciones”.
La
narradora y colaboradora de La Jornada Semanal afirmó que “de
alguna forma Zona sagrada se lee como una película , una
película cuyos temas indagan hondo en temas míticos y sempiternos,
inquietantes”.
Para
la autora de Fuego 20 “la gran apuesta estilística de
Fuentes, esa que buscó totalizar las voces joyceanas y faulknerianas
y los espejos del nouveau roman con el trasfondo de la
historia y la literatura, encuentra en esta novela de 1967 los
primeros acercamientos a esa gran ambición”.
Respecto
de Cristóbal Nonato, el investigador Antonio Saborit señaló:
“En el transcurso de la gestión de Nonato, el lector conoce lo que
debe sobre la historia familiar del personaje central de la novela y
la épica y antiépica nacional. Ésta era la idea desde un principio
cuando Fuentes se aventuró a acomodar el trama de la novela en el
futuro aunque sin ir más allá de los seis años que como máximo
establece nuestro sistema métrico sexenal. Al cabo del tiempo el
escenario imaginado por Fuentes para el México de 1992 se integra de
manera natural del festín que es Cristóbal Nonato y de hecho
todo futurismo desparece… La violencia, la prisa, la crueldad y la
muerte siguen siendo nuestras alfabetizaciones”.