jueves, 24 de noviembre de 2016

Martin Eder apuesta a la pintura figurativa

Ser pintor requiere de mucho trabajo. Incluso, el término en inglés comprende la palabra dolor (painter/pain). Se necesita de mucho esfuerzo alcanzar el estado final de una pintura, expresa el artista plástico alemán Martin Eder (Augsburgo, 1968), quien expone por vez primera en México.

“No diría que muchos artistas son flojos, sin embargo hay que tomar en cuenta la cantidad de tiempo que inviertes en una obra, luego es un proceso que aumenta. Nunca sabes si la pintura mejorará o empeorará. Sin embargo, cuando está terminada se siente la vibración, el tiempo y la energía que alguien invirtió. No hablo de mi persona, sino de Caravaggio, por ejemplo. Me resulta una experiencia esotérica pararme en frente de su cuadro Baco, pintado hace 500 años. Aun se siente la agresividad, la belleza y su efecto inolvidable”.
 
Eder ya pintaba, sin embargo en su época formativa dedicó tiempo a estudiar las diferentes técnicas, aunque reconoce que “ese no es el punto. Según el dicho cuando uno empieza se preocupa por la técnica. Si uno domina la técnica no se le puede criticar a ese nivel”. Su destreza en ese sentido le permite “esconder mucho contenido que, claro, proviene de la cultura de la basura (el bombardeo visual y auditivo cuyo objetivo es vender), incluso de la religión, que mezclo no obstante crea controversia a veces”.

En sus comienzos Eder pintaba muchos desnudos, algo que “no se ve mucho en la pintura contemporánea. El último pintor de desnudos fue probablemente Lucien Freud. Luego utilicé mucha imaginería terrible como gatitos y cachorros. Ahora recurro más a escenarios históricos falsos, regreso a la imaginería religiosa del mundo pictórico”.

Siempre emplea temas provenientes del “nivel de la calle”, es decir, símbolos sencillos, muy comprensibles, porque “aun pienso que todo el mundo debe tener acceso al arte, así como la oportunidad de entenderlo”.
Los 15 óleos que Eder montó en días pasados en la Galería Hilario Galguera fueron hechos a propósito y se exhiben bajo el título La vida es sueño. Reconoció que para algunos la vida es una pesadilla: “Todo depende de lo que haces con ella. En general la vida y la percepción de la realidad son más o menos un estado de ensoñación. Estudié durante mucho tiempo terapia hipnótica, que involucra muchos sistemas de creencias. Para mí siempre inventamos nuestras propias realidades, no hay solo una. Hay una teoría de universos paralelos que para mi modo de ver existe en la vida cotidiana”.

Eder utiliza modelos profesionales para sus cuadros, aunque también modeló. Otro “personaje” es una calavera que encontró en el sótano de un amigo escultor fallecido: “Me quedé con ella por razones anatómicas. Siempre sentí pena porque perteneció a una cabeza pensante. Decidí darle una nueva vida al incluirlo en mi cosmos, darle un papel en ciertas pinturas, regresarlo a las casas, las colecciones y los muesos”.

Antes de la presente serie, el entrevistado realizó cuadros en especial con mujeres en armadura, “cansadas, sudorosas, desilusionadas o tristes. Yacen sobre una cama, uno no sabe si están muertas, a punto de morir o en el descanso”. Se incluye un cuadro de esta serie en la exposición, Adiós a los rayos de luz, que confronta una pintura de una mujer embarazada Metafísica, porque ambos personajes comparten el mismo tamaño de estómago.

Eder odia al arte “deductivo”, sin embargo quiere que su público no consuma sin pensar, ni siga el camino que otros le tracen, que no estén tristes, ni adquieran comportamientos compulsivos. Sólo miren al mundo a su alrededor y prenda el cerebro. “Hay un mejor mundo al otro lado si volteas hacia el arte, sólo sea bienvenida”, invita.