El momento exacto en que
el cineasta canadiense Atom Egoyan (El Cairo, 1960) descubrió el
mole no se sabe a ciencia cierta. Al parecer fue durante su estancia
en la ciudad de México, previo a su viaje a Oaxaca, acompañado por
su esposa la actriz Arsinée Khanjian, donde el realizador de
películas como Exótica
(1994) y Dulce porvenir (1997),
recibió el Premio Internacional al cine digital El Pochote 2014, de
manos del artista Francisco Toledo.
Tal vez fue en el
restaurante Azul donde probó por vez primera el mole poblano, aunque
se sabe que el matrimonio ya había estado anteriormente en el país,
por lo menos en Playa del Carmen. Lo cierto es en cuanto Atom lo
descubrió ya no lo dejó. Durante los tres días que estuvo en
Oaxaca comía y cenaba los moles típicos de allá como el
coloradito, el amarillo, el almendrado y el verde. También Arsinée
gozó con la cocina oaxaqueña y todo lo que se presentó a su paso.
El templo y exconvento de
Santo Domingo, el Centro Fotográfico Álvarez Bravo, el Instituto de
Artes Gráficas de Oaxaca, el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca,
los textiles de Remigio Mestas, las ruinas arqueológicas de Monte
Albán y Mitla, Yagul, Tlacolula y Teotitlán del Valle, Atom y
Arsinée querían visitar todo. Atom, incluso, llevaba una lista que
le había hecho su amigo Doug quien vivió algún tiempo en Oaxaca.
Hasta se encontró con alguien que se acordaba del “señor siempre
acompañado por varios perros”.
El joven Franco Obregón,
quien sirvió de intérprete para los Egoyan en Oaxaca, le contó a
Lourdes Báez, directora del Centro de las Artes de San Agustín
(CaSa), que fue en un restaurante de Tlacolula donde Atom decidió
que había comido el mejor mole de todos, entonces, pidió hablar con
la cocinera para felicitarla. Ella, emocionada, comenzó a mandarle
platillos a modo de agradecimiento.
Los gustos culinarios de
los Egoyan no se limitaron al mole, también probaron la salsa de
hormiga chicatana, llamada “el manjar de los dioses prehispánicos”,
los chapulines, los escamoles y el gusano de maguey. Nunca
cuestionaron lo que iban a probar, ni hicieron cara de asombro o
disgusto. La actriz sólo decía, “de regreso a Toronto, mega
dieta”.
Atom y Arsinée se fueron
encantados de su estancia en México. El viaje empezó en Baja
California Sur, donde Atom presentó su más reciente película,
Remember, en el
Festival Internacional de Cine de Los Cabos. Ya en la ciudad de
México, que la pareja recorrió de cabo a rabo también, Atom
recibió la Medalla Cineteca Nacional en un acto que incluyó la
proyección de Remember.
Le impactó conocer la Cineteca Nacional, que consideró “la mejor
del mundo”.
El 19 de noviembre Atom y
Arsinée partieron a Oaxaca en compañía de Armando Colina y Víctor
Acuña, creadores junto a Francisco Toledo, del premio El Pochote. En
la comitiva también iba el cineasta mexicano Jaime Humberto
Hermosillo, ganador en 2005 de la primera edición del galardón, y
parte del jurado seleccionador, pero además conocido de Atom desde
sus días en Toronto, Canadá.
La cereza que coronó el
pastel fue conocer CaSa, que ahora aloja El Pochote Cineclub, y donde
su creador Francisco Toledo le entregó a Atom el galardón
consistente en una medalla de plata diseñada por el promotor
cultural y activista. Aquel sábado 21 CaSa era un mundo en sí
mismo. Resulta que ahora está de moda entre los jóvenes graduados
oaxaqueños irse a retratar al pie de la grandiosa escalinata de la
otrora fábrica de Hilados y Tejidos La Soledad.
Atom y Arsinée
recorrieron cada rincón de CaSa. Al cineasta le cautivó una sesión
de jóvenes mixes de Tlahuitoltpec, intérpretes de diferentes
instrumentos de metal, que aprendían obras contemporáneas. Tras la
entrega de la medalla El Pochote proyectó Ararat
(2002),
película de Atom basada en el genocidio armenio perpetuado por los
turcos hace un siglo.
Aparte de ser cineasta,
Atom también es guitarrista clásico, director de ópera y creador
de instalaciones. Actualmente, su pieza Steenbeckett
se exhibe en el Mac Birmingham. Esa obra fue
adquirida por la Tate Modern, como parte de una colección de
proyectos de la organización londinense Art Angel. La pieza utiliza
2 mil pies de celuloide de la última toma de la película que el
cineasta hizo de la obra de teatro Krapp´s
last tape, de Beckett, artista de gran
relevancia para él. La cinta de 35 milímetros se desplaza por la
galería gracias a dientes suspendidos por poleas, guiados por una
solitaria máquina de edición Steenbeck.
Le encantaría a Atom
exhibir la pieza en la Cineteca Nacional, deseo que les comunicó a
Armando Colina y Víctor Acuña, dueños de la Galería Arvil.
*Foto cortesía de Jorge A. Pérez Alfonso