El Festival Internacional
Cervantino (FIC), cuya edición 43 concluyó el domingo 25 de
octubre, obliga al escrutinio de su materia prima: las funciones de
las obras y actividades programadas, que esta vez sumaron 817.
Aunque la oferta de
expresiones fue muy amplia, si nos centramos en lo que se presentó
en la explanada de la Alhóndiga de Granaditas, foro con acceso
gratuita -desde hace unos años se compra boleto para ocupar las
sillas metálicas colocadas frente al escenario- , y dirigido a un
público más bien local, se percibió la necesidad de ofrecer más
propuestas representativas del acervo musical de la cultura popular
mexicana.
Eso se advierte porque
cuando apenas se escuchan acordes de algo “mexicano” de inmediato
el público reacciona de manera positiva. Por ejemplo, la actuación
del Elenco Nacional de Folclore de Perú, con la que se inauguró el
FIC. La agrupación llevaba 85 minutos en el escenario cuando, de
repente, los músicos se quedaron solos, y acto seguido entonaron
México lindo y querido
y Son de la negra,
este último con uno que otro instrumento andino. “Ooooh”,
suspiró con júbilo el público que cantó y aplaudió a rabiar.
Algo parecido sucedió
la noche en que se presentó la Orquesta Sinfónica Nacional de Perú.
El programa Emoción peruana contó
con la participación de cinco artistas representativos de la música
popular de ese país, entre ellos el saxofonista Jean Pierre Magnet
(Lima, 1949), quien interpretó Carnaval.
Con un bagaje roquero, jazzista y andino, Magnet improvisó un
pedacito de Me he de comer esa tuna,
canción icónica en el repertorio de Jorge Negrete, que de inmediato
prendió a la audiencia.
El de la explanada de
la Alhóndiga de Granaditas es un público conocedor y muy educado.
Siempre aplaude, aunque sea con moderación. En el 43 FIC se
presentaron los ballets folclóricos de la Universidad de Guanajuato
(UG) y de México de Amalia Hernández. También el saxofonista
cubano Paquito D'Rivera “festejó” a Armando Manzanero. Sin
embargo, ¿dónde quedó la música de José Alfredo Jiménez? Es
cierto que la Estudiantina de la UG le rindió un homenaje en la
plaza San Roque, pero nos referimos a propuestas más masivas.
Aprovecho para señalar la ausencia en el Cervantino hace unos años del
huapanguero guanajuatense Guillermo Velázquez y los Leones de la
Sierra Xichú, cuya picardía y critica política y social siempre
era muy esperado y encendía al público.
Un asunto delicado del
encuentro artístico cultural es el ruido afuera del Teatro Juárez,
en particular los fines de semana cuando llegan miles de turistas con
la avidez de pasarla bien. Sin embargo, hay de ruidos a ruidos y el
más inquietante es el rugir atribuido a las estudiantinas instaladas
a un costado de ese histórico recinto, del lado del Templo de San
Diego.
Todo mundo tiene
derecho a ganarse la vida, de allí que el sitio se ha convertido en
la base de operaciones de las estudiantinas para realizar sus
callejoneadas. Muy bien, sin embargo en el Teatro Juárez se ofrecen
muchos conciertos de música sinfónica. Un ejemplo fue el recital
programado para el penúltimo día del festival, a cargo de la London
Sinfonietta.
Un momento de mucha
tensión caracterizó el estreno en Guanajuato de XLIII
Memoriam Vivere, obra comisionada por el FIC
a la compositora mexicana Marisol Jiménez, dedicada no sólo a los
43 normalistas de Ayotzinapa, sino a todos los desaparecidos en el
país. Justo antes de terminar la ejecución de la partitura hay 43
segundos de silencio que de manera mágica se respetaron.
En la conferencia de
prensa/clausura del FIC se planteó el problema del ruido excesivo a
las autoridades, pues el concierto no se apreció “al cien por
ciento”. ¿Sería muy complicado clausurar esa parte del andador
durante cada función?, se quiso saber. Esa petición fue turnada al
presidente municipal, Edgar Castro Carrillo, quien dijo:
“Efectivamente, tomaremos ese asunto de inmediato para que no se
repita en la próxima edición. Desde luego es parte del ordenamiento
que debemos tener dentro del ayuntamiento”.
Ya veremos en 2016.